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-- Tentación --
Publicado en:22 Julio 2020 1:36 am
Última actualización en:4 Agosto 2020 5:27 pm
7100 vistas

-- Tentación --

Reviso tus fotos, algunas de las que tienes publicadas en tu blog pero sobre todo las que me has enviado que siento como si sólo las hubieras hecho para mí y nadie más, salvo tú y yo, fuera a verlas. Y es tentador y fascinante a un mismo tiempo.

Fascinante porque la belleza y sensualidad de tus fotos, profundamente personales, una cara de tu yo más íntimo, la belleza y sensualidad de tus fotos atrapa. Como le atraparía a uno una constrictora que se enreda en el cuerpo de su presa sin posibilidad de escape, y en ese momento no hay más mundo que el que existe en esos cuerpos que se van fundiendo en uno.

Fascina y atrapa la verdad de tu sonrisa, porque se siente una sonrisa que sale desde dentro y con esa verdad íntima e interior ilumina tu rostro, y también ilumina y baña de optimismo a quien la recibe. Como fascinante es la luz que baña tu cuerpo y tu piel, creando juegos de luces y sombras que a un mismo tiempo te hacen más divina y más humana. Luz, luces, que te aporta un brillo y un halo de divinidad hasta hacerte perfecta e inalcanzable cual divina Venus retratada. Las sombras te llenan de realidad, de carnalidad, dibujan líneas y volúmenes, formas y texturas, que resaltan tu terrenidad y tu femineidad. Y de pronto, la intensidad de tu mirada, misteriosa y huidiza como exige el entorno, pero un regalo cada vez que se descubre un matiz. Un regalo que muestra a una mujer real, tal cual es, tan sencilla y tan compleja, consciente de sí misma, dispuesta a quererse y ser querida, a ser admirada.

Y tentador. En la carnalidad de tus labios, esos mismos que conforman fascinantes sonrisas, pero son capaces de los más tentadores besos, esos labios que se entreabren y mordisqueas pícaramente como una llamada a la rebelión, que esconden una lengua que espera su momento para ser protagonista, o sellan suaves mordiscos.

Siempre tentador, porque mientras recorro tus imágenes casi puedo sentir la dulce tentación del contacto de tu piel, del roce de tus labios, de sentir tu mirada sobre mí y de captar en mi mirada, y retener en mi mente, cada detalle de tu cuerpo. La tentación de ir desnudando tu cuerpo, retirar cada capa de tela, que sientas como se desliza sobre tu piel mientras resbala y cae al suelo, y como un antiguo fotógrafo bajo la luz roja ir revelando poco a poco los detalles de tu cuerpo, hasta mostrarlos a la luz y a mis ojos. Así hasta que la única prenda sobre tu cuerpo sea tu collar de cuero y tirando de la argolla te atraiga hasta mí. Y caer en la dulce tentación del sabor de tus besos y de tu cuerpo, del olor de tu cuerpo, una suave y dulce fragancia recién salida de tu bañera, que se transforma en intensa y pasional cuando tu cuerpo estalla fruto del deseo y destila sus esencias más íntimas e intensas. Igual que una flor coquetea con sus aromas para ser polinizada, se abre tu flor y derrama sus aromas y su néctar. Y bulle tu cuerpo, transpira, y se perla de gotas de esencias.

Tentadora y fascinante. Siempre.
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-- Noche de Verano --
Publicado en:8 Julio 2020 1:51 am
Última actualización en:17 Agosto 2020 9:31 am
6643 vistas

-- Noche de Verano --

La tarde de lluvia arrancó intensa pero resultó muy corta, demasiado corta, y en lugar de traer como en tardes anteriores un frescor que aliviara el descanso nocturno, tuvo ese efecto perverso de incrementar la humedad del aire y brindarnos con una insoportable noche de calor húmedo, ese calor que se pega a la piel, a la cara, como un pedazo de tela mojado en agua tibia y produce una terrible inapetencia y sopor que te deja sin fuerzas. En tu caso, ese sopor no se traducía en una llamada al sueño sino justo todo lo contrario: una rebelión en forma de indoloro pero mentalmente agotador insomnio.

Optaste por quedarte recostada en el sofá, casi abandonada de ti misma, y ver si encontrabas alguna forma de burlar ese hechizo que te había conjurado a una noche en vela. Primero con la táctica pasiva de la televisión y una interminable sucesión de capítulos de una serie de moda. Después, intentando centrarte en la lectura de una novela que te había recomendado con mucha pasión una de tus amigas pero cuya trama no terminaba de cuajar y ni te atrapaba para sacarte del letargo de inapetencia, ni te aburría lo suficiente como para arrastrarte a los brazos de Morfeo, aunque fuera sobre el sofá. Todavía con la duda de si era mejor cambiar de asesora literaria, como amiga todavía merecía la pena conservarla, o simplemente abandonar la novela, cambiaste la estrategia y te fuiste a recostar a la cama. Eso sí, antes de ir a tu dormitorio recorriste toda la casa para apagar luces y cerciorarte que las ventanas estuvieran bien cerradas, mientras pensabas que quizás un buen orgasmo que te dejara exhausta y complacida podría ser el mejor remedio para llevarte después al sueño, sin embargo esa noche ni siquiera el deseo llamaba a tu mente ni a tu cuerpo.

Al entrar, dejaste un vaso de agua sobre la mesilla y lo cambiaste por el móvil para darle una repaso a las posibles novedades de las redes sociales. Recostada de medio lado ibas deslizando el dedo con desgana sobre la pantalla sin que nada captara demasiado tu atención. Apagaste la luz, te recostaste boca arriba sobre las sábanas y cerraste los ojos, no sin cierta desgana, tratando de convencer al sueño de que era su hora aunque solo fuera por la fuerza de la costumbre. Apenas habías apagado la luz cuando llegó un aviso al teléfono. En otra ocasión lo habrías ignorado, incluso no lo habrías escuchado en lo más profundo de tus sueños, pero esta noche cualquier cosa podría traer un consuelo a la insomne desvelada. Era un correo de tu estimado gachupín que respondía a tu última foto con otra de esas historias que tanto te hacían sentir. Historias que te insuflaban de vitalidad y nuevas perspectivas cada vez que llegaba un correo con una nueva historia, o simplemente intercambiando intensos mensajes en el chat de la plataforma donde tu subías tus fotos, y el comenzó a escribirte un día. Cómo en otras ocasiones unas formales y agradables palabras de presentación en el correo, y un adjunto con la historia. En ocasiones te preguntabas si realmente serían el mismo, el hombre formal que redactaba los correos y te imaginabas con traje y corbata y que todavía te preguntabas porque te escribía a ti personalmente aquellas historias, y el hombre que con apasionadas y voluptuosas palabras desataba y encendía tu deseo como hacía mucho tiempo que no sentías que pasaba, y que tu imaginación en ocasiones dibujaba desnudo frente al teclado.

Prendiste la luz y te concentraste en la lectura:
Los primeros párrafos te atraparon en un pensamiento triste, te hizo recordar un tiempo pasado, un tiempo perdido. De pronto te sentiste desgraciada e incluso una lagrima escapó y escurrió por tu mejilla, hasta sentir el sabor salado en tus labios. Qué tenía este tipo que te hacía conectar en sus historias con tu propia historia. Ciertamente le habías compartido algunas confesiones sobre tu vida y tenía de donde copiar, pero más que la historia en sí era la forma en que hacía sentir a la protagonista, que eras tu misma, las que conectaba con tu propio sentimiento y pensamiento. Con el corazón encogido y los ojos deseosos de hacer brotar más lágrimas para calmar el alma, envuelta en un ovillo, seguiste con la lectura. La historia daba un giro para mostrar el deseo vivo y vívido de sus protagonista, ella y él, tu y él. Un deseo que llenaba mente, alma y cuerpo, encendía los cuerpos de los protagonistas, los hacía sentir y necesitarse como si nunca antes hubieran sentido un deseo parecido, y ese deseo se plasmaba en el roce de la piel contra la piel, el tacto del cuerpo del otro en los propios dedos, el tacto de los dedos del otro sobre el propio cuerpo, de los dedos y de la boca, los labios y la lengua. El sabor de los cuerpos destilándose en el deseo propio y ajeno. La intensidad de ese deseo y las sensaciones descritas se trasladaban a tu propio cuerpo sintiéndote protagonista de tu propio retrato. El calor de tu cuerpo subía igual que lo hacía la narración, y sentías el deseo de tu cuerpo de ser llenando por el otro.

Cuando terminaste la lectura, las sábanas estaban empapadas, de lágrimas de tus ojos, del sudor de tu cuerpo y del flujo que se había derramado entre tus piernas. Sentías las gotas de sudor perlando todo tu cuerpo, sobre tus pechos y tus piernas, y entre tus piernas fluía un hilo constante y espeso que con tus dedos llevaste a tu boca para saborearte. Henchida de deseo, dejaste hacer a tus manos bajo el camisón empapado que arrancaste hasta quedarte completamente desnuda, sentiste tus pechos hinchados y los pezones protagonizando tu excitación, sentiste tu sexo profundamente húmedo, empapado, necesitado de ser penetrado, tu clítoris inflamado clamando por el roce. Y dejaste hacer a tus manos y sentir a tu cuerpo, sin límites, hasta escapar del hastío, el sopor, y hasta de ti misma.

Cuando tu cuerpo dejó derramar todas sus esencias, te quedaste tumbada con los ojos cerrados, sin fuerzas pero llena de plenitud.

No fue hasta la mañana siguiente, ya muy tarde porque al final el sueño fue profundo, descansado y placentero, cuando le contestaste con un rápido mensaje: "Una vez más me has conmovido. Me has retratado en mi vida y me has hecho llorar, y luego has descrito una fantasía que me ha mojado toda. Tal pareciera que me la hayas robado de mi diario. Gracias, gracias por hacerme sentir". Al salir de la ducha, sintiéndote fresca y renovada, hermosa y deseada, te hiciste una única foto, desnuda, sin filtros, con la mirada profunda en el objetivo que inmediatamente enviaste a tu escritor personal, con el placer de pagar una deuda y esperando su respuesta.

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4 comentarios
-- Tardes de Lluvia --
Publicado en:30 Junio 2020 2:45 am
Última actualización en:3 Julio 2020 10:26 am
6385 vistas

-- Tardes de Lluvia --

Aunque sin movimiento, o quizás alimentado por ello, la mañana ha sido aletargante provocando un estado de desazón y pesadumbre hasta casi la extenuación. El obligado y preventivo encierro acompañado de la furia de Tonatiuh que desde el romper del alba ha estado descargando furioso sus rayos recalentando aún más esta mañana de verano, han traído este estado que no perdona a nadie, y hasta el gato yace cansino tumbado sobre las losetas donde nunca entra la luz y permanecen unos grados mas frías. Y poco se ha podido hacer por amortiguar toda esa pesadumbre matinal, en mi caso porque las obligaciones no me han dejado llegar hasta esta hora. Y es que mi visita es el único quebranto de la estricta norma que te permites, ya que incluso a tus hijos apenas les dejas cruzar el umbral del recibidor en la preceptiva visita semanal. La llegada de Tlaloc con su ejercito de nubes negras se recibe es estas tardes con alegría inusitada, aunque roban la alegría de la luz del sol no provocan la sensación de depresión que se da en el periodo invernal, sino que en estas fechas se reciben como la bendición que apacigua la furia con que nos castiga Tonatiuh y hasta devuelve la vida al gato que en un rato volverá a merodear por toda la casa.

Al abrir la puerta pareces vestida únicamente con tu camisón blanco, descalza, y con el cabello ligeramente enmarañado, y es que la pesadumbre del día no ha dado más que para resistir las horas hasta este nuevo despertar vespertino. Cuando llego todavía no ha comenzado a llover pero el sol ya ha quedado oculto; sin embargo, apenas termino de cruzar el umbral cuando se desata la furia del dios de la lluvia. Un potente trueno abre en dos el cielo, y como si fuera el pistoletazo de salida de una competición las gotas de lluvia se precipitan a toda velocidad para repiquetear en pequeños estallidos contra el duro suelo o el tejado, y forman una melodía sincopada con esas otras que amortiguan su caída contra las hojas de árboles y plantas.

Un momento después ya sientes el olor a tierra mojada, "petricor" me recuerdas siempre, y como si fuera la fuente del elixir de la vida, corres a abrir las puertas que dan al pequeño jardín para que la fragancia inunde toda la casa. Abres las puertas de par en par, sales al porche e inspiras profundamente. Las gotas, tantas y tan pesadas, se golpean con tanta fuerza al caer que salpican exageradamente y empapan tus pies que se sienten aliviados con el frescor, y ese mismo frescor que llena tus pulmones y sientes subir por tu piel te llena de la energía perdida. Y sales del refugio del porche hasta el centro del jardín, tus pies pisando los charcos que se han formado en apenas un minuto, giras sobre ti misma mirando al cielo y dejas que la lluvia moje tu cara, tu cabello, todo tu cuerpo.

Todavía en el umbral de la puerta que da al jardín, ya me conoces conservando mi pulcritud, te contemplo enredándote en tu baile liberador y regenerador, reina de tu jardín y la lluvia, cual Coyoxahulqui reinando en las noches. Y veo como las gotas de lluvia se integran contigo y pasan a formar parte de una tú renovada. Resbalan por tu cara que ahora brilla iluminada, empapan tu cabello que ha apaciguado la revolución con que me había recibido y resplandece en su brillo taxqueño, y desintegran tu camisón que pegado a tu piel se ha vuelto transparente. Hipnotizado por tu visión como danzante derviche bajo la lluvia, por las curvas de tu cuerpo redefiniéndose por la tela empapada que se ciñe forzosamente a tu piel, por tu piel que resplandece bajo la transparencia de la tela, tiene que ser tu voz la que me devuelva a la realidad y me haga responder a tu llamada. Me resisto, me resisto a mojarme, pero no me puedo resistir a ti, y menos a una petición acompañada de una sonrisa tan cargada de vida. Antes de salir me descalzo y me quito los pantalones, ya sabías que no podía ser de otra forma, y avanzo hasta tí hundiendo mis pies en la hierba mojada, sintiéndome empapar a cada paso.

Siento tu mano en mi pecho, sobre la camisa empapada, y tiras de ella hacia ti hasta que nuestros labios sienten el calor del otro y se unen en un intenso beso. Un beso intensamente sensual, intensamente sexual. De tal intensidad que como la luna hace con las mareas impulsa la atracción entre nuestros cuerpos y los arrastra uno contra otro. Tomas mi mano y la llevas a tus pechos, para que sienta la turgencia provocada por la energía y excitación que inunda tu cuerpo, tus pezones más hinchados y oscuros que nunca recortan su perfil contra la tela que los envuelve, y tu otra mano busca entre mis piernas la turgencia de mi sexo. La tarde desaparecerá bajo la lluvia, se perderá mezclada con el cóctel que formará junto con la dulce saliva de los profundos besos, el agridulce néctar fruto de tu placer más intenso, el sudor salino que cubrirá nuestra piel y la espesa vía láctea que arrancarás de mi cuerpo...
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-- ¡Oh! --
Publicado en:19 Junio 2020 11:51 am
Última actualización en:20 Octubre 2020 10:43 am
6333 vistas

-- ¡Oh! --

La radiante palidez de tu piel, un fulgor que cada vez que se hace presente inunda mis ojos y mi mente, como hace el brillo infinito del blanco en el ártico, ese blanco de nieve de innumerables tonos y nombres para los inuit, y que no todos los ojos son capaces de apreciar en sus infinitos matices y aparente simple geometría. Como infinitos son los matices de curvilínea geometría, de sensualidad, de dulzura, de pasión y deseo que desprende en su refulgir tu cuerpo.

Frente a la radiante palidez de tu piel el contraste siempre destacado del color. Color en tu cabello y en tus labios: el cabello en un aparente segundo plano con su doble juego, ora un velo misterioso, ora un marco que centra y atrae la mirada del observador sobre tu rostro, y siempre protagonista en el retrato que ha fijado mi mente.

Los labios, siempre seductores, protagonistas de una cautivadora sonrisa, de color rojo Vespa, llamativo y picante como un aguijonazo. Labios que se unen y fruncen para el más intenso de los besos, o dejarse mordisquear pícaramente, preludio del más intenso deseo. Labios que enmarcan la entrada a esa boca que me llama, que me busca. Boca que deseo besar y me quiero comer, boca por la que me dejo besar, y chupar y saborear, y comer. ¡Oh! Boca que me arrastra en un delirio de placer hasta estallar y derramarme dentro de ella, y entonces se cierra sobre mi, aun más, para impregnarse de toda esa intensidad derramada.

Y todo tu cuerpo se eriza, y palpita, así lo siento en las yemas de mis dedos, y se ve envuelto en una ola de deseo que le hace buscar un segundo estallido esta vez sólo para él.
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--- Te quiero comer... (y II ) --
Publicado en:26 Mayo 2020 5:34 pm
Última actualización en:6 Julio 2020 7:42 am
5808 vistas

--- Te quiero comer... (y II ) --

... después mordisqueas mi oreja, la atrapas entre tus labios, la chupas, luego mi cuello, y tu mano arrastra mi mano, primero hasta tu cintura, y después sobre tus braguitas amoldándola a la sensual convexidad de tu pubis.
"¿Aquí?" susurras apretando tu mano sobre la mía que acomoda los dedos entre los pliegues que forman tus labios e ingles. Libero mi mano para deslizarla bajo tus braguitas, sentir la suavidad de tu piel, el calor y la naciente humedad que rezuma entre los labios de tu coñito, y cuando tu mano vuelve a apretarse sobre la mía, y siento como se pega en el dorso de mi mano la tela de las braguitas ya húmedas, contesto: "No, aquí". A lo que tu cuerpo replica arqueándose mientras nuestras manos se adueñan de tu dulce tesoro.

Con el sabor de tus besos todavía en mis labios busco cumplir mi capricho y tu deseo.

Mis manos recorren tus piernas arrastrando las braguitas hasta sacarlas por tus pies, enrolladas sobre sí mismas y como un aperitivo del festín que viene las acerco hasta mi nariz para sentir la fragancia que ha impregnado la tela. Aunque no soy capaz de acertar a describirlo con palabras si reconozco en ese perfume tu marca privada, ese olor tan tuyo, tan personal y único como una huella dactilar que provoca una llamada a arrebato en mi mente y mi cuerpo.

Ahora mis manos desandan el camino, acariciando tus piernas, tus muslos, hasta llegar a tus caderas. Siguiendo el rastro, mis labios se guían hasta su destino haciéndose sentir en todo el camino. Cuando mis manos se detienen en tus caderas y se aferran con intensidad, marcándose la presión de los dedos sobre tu piel, entreabres las piernas para acomodar mi ya ansiada llegada. Primero un beso, dulce, suave, que se hace más intenso conforme acerco más mi cara y sientes rozar mi barba contra tu piel, y presiono mi cara entre tus piernas. Después, lentamente, un largo e intenso lametón, recorriendo todo a lo largo los labios de tu coñito que se abre como una flor mientras tu fragancia me inunda. Un gesto que repito varias veces, desde tu culito hasta tu clítoris, y en ese ir y venir los labios ceden a la presión y se entreabren, y mi lengua se impregna de los jugos que rezuman de su interior. Y cuando deslizándose alcanza y presiona sobre tu clítoris una ola de calor y un escalofrío recorren tu espalda al unísono.

Cómo si hubieran sido creados la una para el otro, mi boca se acopla y adueña de tu coño: de los labios oscurecidos e inflamados, de los jugos que fluyen desde su interior y se desbordan sobre mí, en mi boca, de tu clitoris sensible e hinchado que palpita y que empuja por salir cuando mis labios lo rodean y succionan. La flor de tus labios se despliega y aletean atrapados en mi boca como una mariposa furiosa.
Tu cuerpo se contrae, y luego se arquea, se estira, se retuerce, y mis manos se aferran a él cómo el escalador se agarra al único saliente del que pende su vida, tu boca aprieta los labios con fuerza que solo se separan para dejar escapar un gemido tras otro, y tu piel erizada transpirando deseo y placer, se perla de gotas de rocío.
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-- Te quiero comer... --
Publicado en:15 Mayo 2020 6:48 pm
Última actualización en:20 Octubre 2020 10:44 am
6044 vistas

-- Te quiero comer el coño --

Llego sin avisar y te encuentro sobre la cama. Imaginaba que iba a encontrarte desnuda sin embargo noto que has aprovechado para cortarte el pelo, y deduzco que al llegar, después de quitarte sólo el vestido, te has tumbado sobre la cama y te ha vencido el cansancio de la interminable semana. Y así te encuentro, profundamente relajada, aún vestida con esa combinación negra que en ti resulta pura sensualidad.

Me acerco a contemplarte en esa casi eterna placidez que te inunda, los párpados cerrados, relajados, los labios ligeramente entreabiertos en el arranque de una sonrisa, un brazo estirado sobre tu cabeza y el otro sobre tu cuerpo dejando descansar la mano sobre tu vientre. Me siento a tu vera, sin tocarte, con precaución de no perturbar ni alterar tu descanso, sin embargo tu sexto sentido, la intuición femenina, quien sabe qué, te avisa de la presencia del invasor y al abrir los ojos y descubrirme mirándote, me devuelves la mirada acompañada de tu sonrisa infinita, que ahora sí dibujan expresivamente tus labios rojos mientras llevas una mano hasta mi cara. "Qué agradable sorpresa", me dices.
Muy despacio, con dos dedos, retiro un mechón rebelde de tu cara y beso tus párpados y luego tus labios, ahora sí, sin peligro de perturbar tu sueño, acaricio tu mejilla con el dorso de mi mano, tu hombro, tu brazo

"Tengo un capricho", te digo, a lo que respondes con un leve gesto invitándome a seguir. Me acerco hasta tu oído y casi susurrando te digo: "Te quiero comer coño". La mano que tenías en mi cara se desliza hasta mi cuello para impedir que me mueva, y acercar mi oído a tus labios: "Es justo lo que necesito", me replicas y prosigues: "Es tuyo, pero solo si lo haces son pasión. Con pasión animal, que sea casi salvaje..." a la vez que tu mano que reposaba sobre el vientre tira de la sedosa tela hacía arriba descubriendo por completo tus piernas...
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-- Eternamente sensual --
Publicado en:17 Abril 2020 9:29 am
Última actualización en:20 Octubre 2020 10:43 am
7611 vistas

-- Eternamente sensual --

Eternamente sensual. Sensual y excitante. Vestida o desnuda, vestida y desnuda.

Y ahora, casi desnuda, frente al espejo veo tu cuerpo reflejado, tu piel transparente, suave y delicada sobre la que se deslizan mis dedos. Con ese gesto tan tuyo, tu mano parece querer sostener tu pecho sintiendo entre las yemas de tus dedos la rugosidad del pezón endurecido, y como se posan y se deslizan las mías.

Yo, adorante, en una liturgia de pasión y deseo, pego mi cuerpo a tu espalda y se deslizan mis manos por tu cuerpo, desde tus caderas, abrazando tu vientre, sintiendo como lo que antes era una visión, etérea, se encarna en torno a mis manos, se hace cuerpo se hace carne, se hace pecado.
Pecado sobre tus pechos, que entre mis manos se convierten en tetas, y lo convierten a uno en panadero o alfarero para llenarse las manos de ellas, y amasarlas, y darles forma y dejar que tomen la forma de mis manos. Y mientras, mi cuerpo toma la forma de tu espalda, y mis labios el sabor de tu piel sobre la nuca.

Dejas escapar un suspiro, un gemido, de tus labios y vuelves la cara ofreciéndome tu boca de labios rojos a la que se pegan mis labios. Y siento tu cuerpo excitado, tu piel erizada, la turgencia de tus pechos, tus labios enrojecidos bajo el carmín, y un rocío de sudor que transpira por tus poros. Y siento la excitación y el deseo en mi cuerpo pulsante contra tu cuerpo, deseando ser liberado en ofrenda para ti, embriagado de tu sensualidad.

Eternamente sensual, eternamente tu.
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-- El regalo de Carola --
Publicado en:13 Abril 2020 4:53 pm
Última actualización en:29 Mayo 2020 4:47 am
7526 vistas

-- El regalo de Carola --

No identifiqué el número en la lista de llamadas, pero al abrir el buzón de voz ese inconfundible acento no dejaba lugar a la duda y te señalaba como culpable. Me habías comentado tu intención de viajar, y que tenías planes para la vieja Europa, incluso me "amenazabas" repetidamente con dejarte caer por mi tierra pero no pensaba que estuviera sucediendo en ese instante.

Y no es que no lo deseara, pero siempre lo había considerado como algo lejano, bastante improbable, y que más bien formaba parte de tu juego de seducción, donde como el pescador se lanza el cebo, el engaño, y la presa desconcertada por el deseo y lo real corre rauda hasta quedar atrapada en el anzuelo que solo siente cuando aparenta retirarse a disfrutar del manjar. En realidad no hacía tanto tiempo que nos tratábamos, aunque veníamos siguiéndonos desde un tiempo antes en la distancia del voyeur, pero se había establecido una confianza y deseo mutuo, con conversaciones, mensajes e intercambios de fotos , que a veces hacía parecer que eramos viejos amantes.

Tu mensaje, cargado de siseantes eses que se cimbreaban en tus palabras como tu cuerpo curvilíneo, aunque cargado de misterio por lo que depararía no podía ser más claro: Hotel, habitación y hora, una cita para dos. "Te esperaré ansiosa bebé", dijiste antes de colgar. Reorganicé alguna de mis tareas para salir temprano del trabajo, e inventé una tarea urgente e inaplazable que me ocuparía hasta tarde, para quedar libre de toda obligación para la cita vespertina. Llegué ligeramente adelantado, e hice un poco de tiempo antes de subir a la habitación donde encontré una nota en la puerta: "Pasa sin llamar y no digas nada. Eres bienvenido y libre."

Empujé la puerta y pasé al fondo de la habitación, ligeramente en penumbra, donde una ola luz que bañaba la cama guió mis ojos hasta descubrirte desnuda. De medio lado, ligeramente recogida sobre ti misma y ofreciendo las nalgas a la vista del recién llegado, yo. Antes de que pudiera saludarte con un sencillo hola me siseaste para que mantuviera el silencio, y después tu mano se deslizó por tu muslo hasta alcanzar la nalga y abrirla mostrando un regalo dentro de otro regalo, como quien abre una Matrioska.

En más de una ocasión habíamos fantaseado con situaciones similares, pero la inesperada sorpresa del recibimiento había dejado mi mente bloqueada, aletargada, casi paralizada. No así mi cuerpo, que inmediatamente reaccionó ante la visión de tu cuerpo desnudo tornando el letargo e incredulidad en deseo, deseando sentir el tacto de tu piel y sintiéndose prisionero en su despertar bajo la tela del pantalón.

Cuando las yemas de mis dedos tocaron tu piel una ráfaga de deseo golpeó mi mente, como una bofetada, devolviéndola a la realidad de ese momento, y olvidada la incredulidad y sorpresa inicial nos dejamos llevar por un guión no escrito que ambos conocíamos.

Mis manos se deslizaron a lo largo de tus piernas sintiendo la suavidad de tu piel en cada caricia, torneando tus muslos como el alfarero crea la línea curva ideal, el volumen perfecto en cada vasija, ninguna igual a otra pero todas perfectas al sentirlas entre sus manos. Dibujaron la linea de tus caderas y la redondez de tus nalgas. Las acariciaba, las agarraba, las amasaba, las hacía mías, y según mis manos se llenaban de tu cuerpo, la excitación crecía dentro de mi, se proyecta hacía fuera, y clamaba por ser liberada.

El aroma que ya manaba entre tus piernas me atrajo como el néctar a las abejas, sin perder rumbo. Llevé a mis labios dos dedos empapados de tus jugos y acto seguido mi cara se perdió entre tus piernas saboreando los jugos que se escurrían de tu coñito, hasta que una ola de placer recorrió tu cuerpo. Tu piel que sentía en la yema de mis dedos, se erizó por doquier, tus pechos se contraían duros, y un escalofrío recorrió tu espalda hasta golpear en tu mente, y tu cuerpo comenzó a agitarse al mismo ritmo de los gemidos que escapaban de tu boca y llenaban mis oídos. Apenas fue el principio...
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-- "Te necesito dentro, ahora mismo" (Tremenda II) --
Publicado en:3 Marzo 2020 3:18 pm
Última actualización en:13 Abril 2020 4:53 pm
8699 vistas

-- "Te necesito dentro, ahora mismo" --

Tu respuesta, urgida de necesidad de mi, me excita aún más si cabe de lo que ya estaba después de contemplar como apaciguabas la llamada de tu cuerpo frente al espejo.
Mis manos sobre tus pechos, se aferran con pasión, haciéndolos suyos como el panadero que trabaja la masa o el alfarero el barro, sintiendo como se adaptan al seno que forman mis manos y se quieren escapar cuanto más aprieto y se cierra el espacio, o clavo mis dedos en ellos. Percibo la dureza de tus pezones enardecidos y sobreexcitados. Engordados e inflamados en su búsqueda y necesidad de placer casi arrancándose de su lugar natural y tirando de todo el pecho. Mis labios bajan hasta tu cuello desnudo, y mientras recorren cada pulgada hasta tus hombros con un tacto suave, casi tierno diría, me embriaga y llena el aroma de tu cuerpo.

Bendecida con cosas bonitas, me dijiste alguna vez. Bonitas, sabrosas, hermosas, excitantes... pienso para mí mientras te siento entre mis manos y mi deseo se aviva como las llamas del fuego cuando es atizado. Y así, avivado y encendido, lo notas contra tu cuerpo, presionando bajo la tela de mi pantalón y apretándose entre tus nalgas.

Tus manos, que hasta hace un momento solo pensaban en tí, cambian su destino y se deslizan entre nuestros dos cuerpos para crear un equilibrio. Buscan el roce metálico de la hebilla del cinturón y lo desabrochan con la urgencia del que se quita unos grilletes, empujan el pantalón que se resiste a caer por la presión de mi excitación. Siento entonces la humedad de tu néctar en tus manos mientras se afanan hasta liberar mi sexo que salta como un resorte y queda firme como un mástil entre nuestros cuerpos. Aprieto de nuevo tus pechos entre mis manos, y las tuyas responden sobre mi deshaciéndose casi con rabia de las prendas que tanto estorbaban a tu propósito.

Apoyas tus manos contra la pared, e inclinándote entreabres tus piernas marcándome el siguiente paso. Mis manos se posan sobre tus caderas y emparejo mi pelvis con la tuya pegándome a tus nalgas, me acomodo entre tus piernas y notas la presión sobre tu coño y como se abren sus labios cediendo paso a mí polla que ayudada por la humedad que empapa tu coño se desliza frotando sus paredes hasta clavarse entera llenando tu coñito hasta el fondo, y como un acto reflejo un suspiro escapa de tus labios.
Un suspiro, un gemido, que se repite cuando en un pausado pero rítmico vaivén sientes tú coño vaciarse y volverse a llenar de nuevo, cada vez con más intensidad
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-- ¿Es a mí? --
Publicado en:12 Febrero 2020 1:38 am
Última actualización en:20 Octubre 2020 10:43 am
9348 vistas

-- ¿Es a mí? --

Brillante, radiante, como no vas a llamar mi atención, como no voy a querer pensar que te diriges a mí entre toda la masa. Aunque me sienta invisible, aunque parezca uno más en la masa, el deseo de captar tu atención hace que me haga receptor de tu llamada quienquiera que fuera el destinatario.

Una llamada que como un fuero real me de derechos imposibles para otros.
Que otorgue a mis manos el privilegio de ser las que te desnuden, las que te despojen de tu ropa y entregarme tu intimidad, y a mis ojos el de la visión de tu cuerpo, a mis labios el sabor de tu piel.
Para que permitas a mis dedos posarse sobre tu piel, sentir su suavidad, la quebrada sensación del incipiente vello, o la transición a la rugosidad de los pezones erizados al recorrer tus pechos. Dejar a mis manos medir la voluptuosidad de tu cuerpo, piernas, caderas, nalgas, vientre, pechos, dando forma al espacio que forman mis manos para las que se ha roto la veda de recorrer tu cuerpo, coto de caza de sensaciones, y terra ignota para el cartógrafo curioso por cada mínimo detalle.
Sentir que mis dedos, después de un leve roce, se impregnan del calor y humedad de tu pubis, de su aroma y fragancia, y llevarlos a mis labios, y de ahí a tus labios...

Que tu mano anfitriona sea notario del efecto que tus ojos adivinan provoca esta llamada y los privilegios otorgados. Dando fe de la perdida de plasticidad y creciente turgencia que anida en mi entrepierna. Que la tome, la hagas tuya, y me arrastres donde mi deseo hace rato que me llama. Y sea en una noche infinita, hasta un amanecer que no quiera llegar en que se mezclen sensaciones, caricias, fluidos, que se enreden las piernas y se anuden los brazos, que se suelden las bocas y se acoplen y engarcen los cuerpos plenos de deseo.

- ¿Es a mi?
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-- Sweet dreams? --
Publicado en:29 Enero 2020 3:28 pm
Última actualización en:3 Marzo 2020 3:26 pm
9232 vistas

-- Sweet dreams? --

Helada mañana de Enero. Acurrucado bajo la sabana noto como el invierno se cuela Dios sabe por donde y el frío me golpea la cara, no es para tanto, me digo, pero hiela hasta las ideas. Será la soledad. Como si fueran microscópicas agujas de hielo deslizándose sobre la nariz, cruzando el ceño que se frunce infructuosamente tratando de cerrarles el paso, y desde ahí buscan desperdigarse por el resto del cuerpo. Acurrucarse y enrollarse sobre uno mismo no sirve, solo le abre el paso al frío allá donde todavía estaba vedado. Me giro para darle la espalda y cerrarle el paso con ese gesto que lo quiere negar e ignorar. Abro los ojos antes de que el frío los congele y no me deje volver a abrirlos.

Sigo la trayectoria de un tenue rayo de sol que como en un cuadro se cuela por una rendija de la ventana y me lleva hasta tu rostro que descansa sobre la almohada. Abro más los ojos para cerciorarme que los sentidos no se engañan fruto del deseo y me muestren la cruda realidad. Pero sí, es tu cara, todavía con los ojos cerrados y un gesto relajado transmite una paz que se diría infinita, la que redescubren mis ojos abiertos.

Me acerco un poco más hasta ti buscando romper esa barrera invisible de hielo que me tenía atrapado, el calor de tu cuerpo se difunde y desvanece el invierno bajo las sábanas. Mi mano se estira, se despereza y busca bajo la sabana hasta encontrar tu mano, que inmediatamente se cierra sobre la mía. Te miro fijamente, con detenimiento buscando un gesto, pero tus parpados siguen inmóviles. Sin embargo tu mano arrastra mi mano sobre tu cuerpo desnudo en una larga caricia desde el vientre hasta tu pecho, y la sigue guiando, y la oprime sobre tu pecho, que al tacto de mi mano parece querer erguirse solo. Sólo entonces entreabres los parpados y esbozas una sonrisa mientras te giras hasta quedar frente a mi. "Tuve un sueño", me susurras. Tu pierna se encarama y enreda sobre la mía, y ahora guías mi mano entre tus piernas que se queda cautiva al sentir tu sexo húmedo...
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-- Tremenda --
Publicado en:25 Enero 2020 11:50 am
Última actualización en:12 Enero 2021 4:46 pm
9476 vistas

-- Tremenda --
Te vas quitando la ropa y tu piel, hasta ese momento protegida, despierta se vuelve de nuevo sensible al tacto intermitente de tus manos que se deslizan a lo largo de tu cuerpo despojandote de cada prenda.

Hoy te sientes especialmente sensible, y cuando estas casi completamente desnuda compruebas parada frente al espejo como tus pezones se aprietan sobre sí mismo e incluso pareciera que tiraran hacia arriba de los pechos que se muestran tersos y turgentes. Eres capaz de ver como tu piel se eriza ligeramente al sentirse acariciada por el roce de tus uñas o las yemas de tus dedos. Sientes la necesidad de unas manos sobre tu cuerpo. Con un gesto rapido te recoges el pelo y después tus manos rodean tu cuello. Siguen su camino y se deslizan por tu pecho, se amoldan a la redondez de tus tetas, las acarician, las sopesan, las oprimen entre sí pellizcando con dos dedos los pezones que endurecidos no se dejan deformar. Cierras los ojos y sientes que son otras las manos a las que dejas abusar con placer de tus pechos. Una de tus manos baja acariciando tu vientre hasta toparse con las braguitas, la única prenda que queda sobre tu piel, y se desliza bajo ellas, suavemente, primero dos dedos hasta que toda la mano se encarama y recubre el monte de Venus buscando el centro del universo de tu placer (con permiso de tu mente). Entreabres las piernas dejando vía libre a la mano que se escabulle entre tus piernas, y la tela de la braguita se deforma en el libidinoso deambular de la mano. Te miras de reojo en el espejo y vuelves a cerrar los ojos cuando llevas tú otra mano a la espalda y como el explorador perdido se escurre entre tus nalgas buscado encontrarse con la otra mano al final de su camino.
Se agita tu respiración, unas gotitas de sudor rezuman sobre tu labio superior, y a pesar de que tu boca se aprieta con fuerza no puede evitar que un gemido escape de tus labios. Se retuerce tu cuerpo mientras tus manos escarban en el pozo del placer y sientes una palpitación que se irradia por tus venas recorriendo brazos y piernas hasta alcanzar tus dedos, sube por tu espina dorsal hasta penetrar en mente, hasta provocar un estallido que se derrama entre tus dedos.

Abres los ojos sorprendida cuando otras manos se posan sobre tus pechos y mi voz susurra en tu oído derecho: "¿Necesitas ayuda?", y cuando se cruzan nuestras miradas en el espejo contestas: "Te necesito dentro, ahora mismo".
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-- Visión --
Publicado en:15 Enero 2020 9:54 am
Última actualización en:22 Abril 2021 5:33 pm
9581 vistas

-- Visión --

¡Qué visión! He entrada en tu dormitorio y te he encontrado sentada sobre tu cama en posición de meditación, sentada con las piernas entrecruzadas y los ojos cerrados. Aunque tu rostro ahora relajado parece indicar otra cosa, el cabello todavía húmedo y ligeramente desordenado cayendo sobre tus hombros desnudos te delata. Has debido tener un día, si no largo, al menos pesado que solo podías reparar con un baño purificador. Solo con despojarte de toda la ropa y dejar correr el agua por tu cuerpo desnudo, sentir cada gota deslizarse por tu piel arrastrando un "nosequé" invisible es como un elixir mágico, un reconstituyente del alma y el espíritu.

Ahora, limpio y recuperado, en la penumbra refulge como una luciérnaga en la noche, irradia serenidad, hermosura, una luz interior. Me quedo en silencio, sin perturbar tu paz, deleitándome con esta visión y exploró tu cuerpo desnudo, así como estás sentada completamente desnuda ofreciendo tu belleza al natural. Tus rostro, sereno, en el que destacan tus labios solo perturbables por un dulce beso. Tus pechos por los que todavía resbalan algunas gotas que escurren desde tu cabello , encerrados entre tus brazos, se acomodan entre sí dibujando el profundo y hermoso valle que tanto me deleita, y resaltando sobre su volumen me sorprenden tus pezoncitos oscuros y erizados. ¿Algo pasa por tu mente? Tu cuerpo reposa con placidez sobre tus caderas a su libre albedrío mientras tus piernas que se entrecruzan acogen a tus brazos como la estatua de un buda. Y entre tus piernas tu pubis resalta como la única flor en el invierno de un jardín, delicadamente rasurado para la ocasión, refulgente en su tersura. Con la capacidad de atracción de un agujero negro, y sin embargo brillante, luminoso. Y entre los labios se aprecia el brillo de unas gotas que fluyen y se derraman. Algo pasa por tu mente.

Cuando abres tus ojos alertada por la sensación de una presencia cercana, mis labios se pegan a los tuyos y mis manos rompen la barrera invisible que protegía tu calma y sienten el tacto de tu piel, sobre tu cuello, sobre tus pechos, sobre tus piernas, entre tus piernas...
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