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El blog de Dec1d1d0s
 
(Todas las historias y las fotografías de nuestro blog son reales y son propias, los nombres se pueden haber cambiado para protección de la intimidad de los participantes. Queda prohibida su reproducción sin nuestro previo consentimiento)
Vista con Título | Refiere un Amigo |
No, no es sencillo atreverse a hacer un trío…
Publicado en:28 Marzo 2020 11:28 am
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
16130 vistas
Yo era muy celoso, a grados extremos. Mi primer matrimonio fue con una mujer hermosa, pero demasiado traviesa. Me encantaban las delicias que sabía hacer conmigo, pero siempre sufría por las formas en las que imaginaba el cómo lo pudo haber aprendido. Ella me quería, pero jugaba su juego y no perdía oportunidad para tener siempre a alguien detrás de ella, hombres o mujeres. A mí me provocaba con la idea de juntarse con una chica y atenderme entre las dos, cosa que no me parecía tan desagradable, hasta que me preguntaba si haría lo mismo por ella, pero en compañía de un varón… ahí si explotaba y duraba enfadado un buen rato, pero cada vez menos, pensando que solo era una forma de divertirse conmigo.
De forma extraña, una de tantas noches tuve un sueño en el que éramos atacados por un grupo de vándalos en moto, que me sometían mientras “abusaban” uno a uno de ella. Y entrecomillo la palabra “abusaban”, porque, aunque se resistía, al final se notaba que lo gozaba… cada arremetida, cada beso, lamida o mordida, cada eyaculación, la hacían gemir de una forma que a la fecha no borro de mí memoria. Fue un sueño en el que sufrí mucho, pero al despertar, tenía una tremenda erección. Duré mucho tiempo que al recordar, me excitaba y me provocaba a tener relaciones más intensas con mi mujer. Terminé por contarle mi sueño, y después pasamos a fantasear por igual con la idea de que ella estuviera con otro hombre o que hiciéramos un trío con una mujer. Con tanta imaginación, disfrutábamos largas noches de sexo y a veces nos íbamos a trabajar sin haber dormido nada, cosa que exacerbaba siempre mi apetito sexual y mi perversa imaginación.
Aun así, mis celos seguían estando presentes, y la idea del trío con otro hombre me asqueaba pensando en que tal vez nos tocaríamos estando entrelazados con ella…
Pero finalmente, ella sabía lo que buscaba y en una de esas fantasías, por fin se cumplió lo que siempre me había temido: tuvo relaciones con otro hombre, con mi previo consentimiento.
Ya el día del suceso (un viernes), mi reacción fue tremenda: celos, palpitaciones, dolor de estómago, como si allí tuviera una piedra ardiente, excitación al tope… realmente puedo decir que desvariaba y que cuando al final llegó a casa, la traté rudamente y la poseí con una violencia, que subía y bajaba conforme me iba platicando lo sucedido: cómo se desnudaron, cómo se acariciaron, la forma en la que lo recostó para hacerle el sexo oral y después empezar a montarse en su pene. El modo en que Él la tomó de las caderas para, de un jalón, penetrarla completamente, y las distintas posiciones que hicieron durante una hora, hasta que finalmente se vació dentro de ella, para después restregarlo en sus senos y meterlo en su boca hasta que lo dejó limpio y seco. Ella no se bañó para que yo pudiera constatar la veracidad de la historia, y en ese punto de la narración, yo me rendí a mis deseos y bajé a paladear todos esos rincones de ella, por donde me empezaron a salir los cuernos. Nunca, nunca había estado antes tan excitado, a pesar del dolor de estómago y el sentimiento de que mi pene se partía en dos. Lo hicimos toda la noche, dormimos un rato por la mañana, y seguimos haciéndolo todo el fin de semana… nuestras ganas no podían apagarse.
Llegó el segundo, y fue igual de excitante, aunque por mis celos, casi nos divorciamos. Finalmente entendí que no me podía alejar de eso, que me gustaba alcanzar ese grado de excitación, y volví con ella y regresamos a las andadas.
Con lo aprendido, hicimos una mejor selección de su tercer amante, incluso añadimos la esperanza de que la embarazara, ya que yo no había lo logrado aún. Tuvo con él dos, tres salidas en sus días más fértiles, con él eyaculando en su vagina también en varias ocasiones. Disfrutamos al tope cada vez, y la excitación se mantenía hasta que le venía la regla. Entonces, a empezar a fantasear de nuevo con el siguiente encuentro.
Pero ¡qué caray! Por azares de la vida, él se mudó a otra ciudad y se complicó su siguiente reunión. Decidimos que lo viera en una ciudad intermedia a donde podíamos viajar durante el siguiente puente. Reservamos dos habitaciones con la idea de que tal vez, yo poder escuchar afuera de su habitación, o hasta quizás, atisbar un poco por la ventana… aún me parecía imposible que estuviéramos juntos los tres en la misma habitación…
Pero insisto… ¡Qué caray con los azares del destino! El hotel estaba sobrevendido… Ninguna habitación disponible en todo Ixtapan de la Sal… con dificultad conseguimos una sola habitación con solamente una cama matrimonial… no había más que ofrecerle compartir la habitación y ver qué sucedía.
Él llegó unas horas después, aceptó la propuesta con la idea de, al día siguiente, poder conseguir otra habitación y hacer aquellito para lo que habíamos hecho el viaje. Parecía que esa noche y a pesar de lo excitados que estábamos los tres, íbamos a dormir tranquilitos… ¡Qué va! Ella sabía perfectamente cómo nos quitaría los remilgos.
Ella se metió al baño para que nosotros nos preparáramos para dormir. Pensé que saldría ya con su camiseta escotada que usa de pijama, pero no… se paró enfrente de la cama y nos dijo: “Cierren los ojos que me voy a cambiar”. No voltee a verlo a él, pero seguramente, como yo, tampoco cerró los ojos, sino que disfrutamos plenamente de ese streap tease en el que, discretamente, nos ocultaba algunas de las partes de su cuerpo que más queríamos ver. Al final, nos miró con ojos de pasión mientras decía: “mi esposo a un lado, mi amante al otro… ¿y yo qué? ¿salgo a darme de topes en el pasillo? Le respondí que tuviera tranquilidad y que solo deslizara su cuerpo en medio de los dos, que pronto tendría lo que necesitaba.
Permanecimos en silencio y casi inmóviles por cinco minutos. Ella pegó a mí su trasero, y ya la camiseta se había levantado lo suficiente para sentir la piel de sus glúteos. Mi pene también se había salido de la trusa, y sin problemas, de forma automática había penetrado la cabecita al interior de una mojadísima vagina. Del otro lado, ella recargaba su cabeza en el hombro de su amante mientras su mano empezó a acariciar su pecho y a bajar lentamente hasta el resorte de su calzón. Entonces pregunté… ¿vamos a hacer algo?
La respuesta que se escuchó fueron sus bocas besándose con furia. Ella agarró con firmeza su pene y lo sacó para agitarlo con fuerza… estaba tan duro y ya escurriendo, como el mío. Se fue doblando hasta poder llegar a él con su boca y lo besó y lo mamó solamente para comprobar que estaba listo.
Mientras él tiraba las sabanas al suelo, ella se volvió hacia mí para besarme y después se montó sobre él. Yo estaba prácticamente paralizado de los nervios y muy, pero muy excitado. El espectáculo era asombroso y yo disfrutaba viendo como mi mujer se movía descocadamente clavada en el pene de aquel hombre, lo abrazaba y lo besaba a cincuenta centímetros de mí. El no dejaba de acariciarla, magrear sus pechos y disfrutar de aquellos fantásticos movimientos. De repente se doblaba un poco para besarme y acariciar mi pene, comprobando así que mi calentura estaba al tope. Con ello me destrabé un poco y arrimé mi mano para penetrar su ano con uno de mis dedos, ella empezó a gritar y a escurrirse como nunca antes lo había hecho.
Un rato después, cambiaron a la posición del misionero. Cuando ella subió sus piernas a los hombros de él, me arrime para besarla, Entonces el cargó todo su cuerpo sobre sus piernas y la dobló por completo, entonces ya la besábamos los dos cuando él se empezó a venir a chorros dentro de su vagina y quedó tendido sobre ella por un rato. Cuando se levantó a asearse, yo tomé su lugar… fue increíble la sensación de esa vagina caliente inundada por el semen de aquel macho, apenas si pude durar cinco minutos y también eyaculé hasta lo más profundo de ella.
Después de eso, solo me deslice hacia un lado. Él se acurruco del otro y nos quedamos profundamente dormidos mientras nos repegábamos a ella y apretábamos ligeramente sus carnes. Lo que no creía posible había sucedido: Un “trío” con mi mujer y otro hombre… aunque hasta ese momento todo había sido muy sencillo, lo mejor estaba por venir en lo que quedaba de ese fin de semana
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¿Una casualidad?
Publicado en:16 Marzo 2020 6:05 pm
Última actualización en:28 Marzo 2020 11:33 am
16397 vistas
Ya había pasado más de un año desde la última vez que Ariana y yo habíamos hecho un trío (noviembre, 201 y parecía haber perdido el gusto por ellos, o más que nada, ya la edad y los achaques no nos dejan llevar una vida como la que quisiéramos. Le insistí algunas veces, pero siempre tuve una respuesta negativa. Pensé que lo bueno es que ya habíamos probado y disfrutado de tales placeres en muchas ocasiones, más de las que me esperaba.
Pero la vida no deja de sorprenderlo a uno, y una de estas tardes, en las que el calor empieza a sofocar a los tapatíos, me pidió que la llevara a nuestra taberna favorita de la colonia moderna, para tomar alguna fresca bebida que amainara nuestro sopor. Manejé tranquilamente por una calle solitaria, justo a la hora del crepúsculo, cuando de pronto y muy sorpresivamente me dice de improviso: “¡Mira! ¡detente! ¿Ya viste quien está ahí?”
Me detuve por instinto y después busqué al susodicho, era nada menos nuestro amigo José, a quien teníamos casi 3 años sin ver, y estaba ahí recargado sobre la pared, mirando el celular, como si estuviera por pedir un “Uber”. Al principio, como que no se percató de nosotros. Abrí la portezuela, bajé del auto y parado allí entre la puerta y el auto, lo llamé.
- “¡Hola, mis amigos!”- me respondió con un rostro muy alegre. Se arrimó a la ventana de Ariana y se agacho a saludar, sin duda con un beso. Después se irguió y recargado en el auto, extendió la mano para saludarme y en esa posición empezamos a platicar. Le pregunté qué se había hecho, y también le pregunté para dónde iba, amablemente lo invité a tomar una copa con nosotros. El me respondió lo que hacía y sin preámbulos me dijo - “¿Y qué tal si vamos a un motel?”-. Ya que mi mujer no había estado muy animosa últimamente le dije: - “No sé, sería cosa de preguntar a Ariana a ver si puede y quiere”-. Entonces me dijo: - “Yo creo que si va a querer, pero no la interrumpas ahorita por favor”-, poniendo una cara de placer, que me hizo saber de inmediato lo que estaba sucediendo, así que a toda prisa me agache y me metí al auto para mirar: Nuestro amigo estaba con su pelvis recargado contra la ventana, y mi esposa le había bajado la bragueta para liberar su monstruo, al que mamaba apasionadamente. Cuando sintió que la estaba observando, se sacó aquello de la boca y me dijo: - “¡Saluda a tu amigo!”-, y yo, sin recató alguno, lo metí brevemente en mi boca y después besé a mi mujer, que hizo pucheros cuando le pedí a José que subiera al auto, pues no quería soltar su pene, por lo que a ella le ordené que se subiera atrás con él.
Y así lo hizo… la poca distancia que recorrí hasta el motel más cercano fue utilizada por ella para seguir chupando esa polla que por lo visto, ya extrañaba.
Esta vez no hubo jacuzzi, pasamos directamente a la cama ya quitándonos la ropa. A ella la desnudamos primero y la colocamos boca arriba. Él se puso a lamer su vagina mientras yo le ayudaba a quitarle su pantalón y me revolvía quitándome el mío. Una vez desnudos, yo empecé a masturbar su pene y meter mi dedo en el ano de José mientras él ya tenía los suyos dentro de la vagina de Ariana y seguía lamiendo, pero Ariana ya quería tener su verga adentro y lo jaló sobre ella para besarlo mientras el arremetía hasta el fondo de ella con aquel instrumento.
Yo me acomodé atrás para ver desde ahí la acción, aprovechando para meter mis dedos en el ano de José, pero también en el de Ariana, con lo que rápidamente llegó el primer Orgasmo. Ahora que lo hacían más lento, tome la iniciativa de ponerme un condón para penetrar analmente a nuestro amigo, mientras el regodeaba su pene en la puchita de mi mujer: Un sabroso trenecito al que jugamos por espacio de unos cinco minutos. Me detuve cuando sentí que él estaba por eyacular para cambiar de posiciones. Ella volvió a tomar el pene de nuestro amigo con su boca y yo la besé, metiendo mi lengua en la boca de ella por alrededor de aquel duro miembro.
Ahora nuestro amigo la tomo de a perrito, penetrándola vaginalmente y con un dedo en su ano mientras mi esposa y yo hacíamos un 69. en poco tiempo ella tuvo un nuevo orgasmo y mi amigo empezó a menearse rápidamente, hasta el momento en el que de pronto, sentí su leche rebosando aquella cavidad y deslizándose por entre sus carnosos labios hasta mi boca. Se quedó un rato así hasta estar seguro que se había vaciado por completo en ella… y yo lamí y lamí tratando de dejar seco aquel rincón, cosa que nunca sucedió.
Ahora me puse boca arriba y de un brinco, mi esposa se ensartó mi pene dentro de ella y empezó a menearse como hacía tiempo no lo hacía. De pronto, nuestro amigo José que estaba chupando y acariciando los pechos de mi mujer, comenzó a lamer y a jugar con mis tetillas, lo cual me provocó una intensa eyaculación.
Pensé que sería todo y entre a bañarme. Cuando salí, José ya tenia de espaldas a mi mujer hasta el fondo, ella de espaldas y con las piernas bien alto sobre los hombros de él y doblándola por completo para besarla. Me senté a la orilla de la cama para contemplarlos hasta que nuevamente los dos se vinieron. El pasó a bañarse mientras yo miraba escurrir el semen de aquel hombre por fuera de la vagina de mi Ariana. Recogí lo que pude con la lengua y me acerqué a besarla y a compartir con ella aquel sabor. Me preguntó que si él había eyaculado mucho adentro de ella y le respondí que sí. Me dijo: “Entonces no me baño, así llévame a nuestra cama para que me sigas limpiando todos mis rincones.”
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Otra más con José...
Publicado en:19 Enero 2020 10:35 am
Última actualización en:16 Marzo 2020 6:05 pm
16454 vistas
Como lo he contado en mis anteriores narraciones, nuestro primer trío iba a ser con un ex-compañero de trabajo de ella, pero nos dejó plantados dos veces y de puro despecho aceptó que saliéramos con José, que sin duda alguna la dejó muy satisfecha... tanto, varias veces, volvimos a salir con él. Les cuento de la tercera...
El mero día, Ella no estaba muy de buenas y trató -aunque no muy convencida- de cancelar, pero si fuimos, previa aclaración de que ella no iba a hacer nada. Era un día de mucho tráfico. Pasamos por José a la glorieta del Álamo y para no tener que sufrir mucho el congestionamiento vehicular, decidimos quedarnos en el motel Mirage, que los tapatíos sabemos muy bien se encuentra por la Av. R. Michel.
Hubo que esperar unos minutos por la habitación, tiempo que aprovechamos para platicar nuestros sucesos más importantes y hacer notar a mi mujer, lo mucho que la deseábamos. Nos asignaron una habitación y apenas al entrar, la hicimos sándwich entre los dos, besando y acariciando lo que teníamos a nuestro alcance y despojándola poco a poco de sus prendas, tan lento que, al acabar, la tina del jacuzzi ya estaba lista, y le ayudamos a entrar. Nuestro amigo se coló detrás de ella mientras yo me acomedí para abrir una botella de vino tinto, servir las copas y arrimar una botana de queso y aceitunas que habíamos preparado para la ocasión.
También aproveché para hacer una terrible travesura: prendí mi celular y lo guardé en la bolsa de mi camisa, de manera que pudiera grabar discretamente todo lo que íbamos a hacer, así que en esta ocasión, puedo contar de manera precisa lo sucedido, pues mientras escribo, estoy mirando el video de ese día .
Nuestro amigo es muy bueno con sus manos, da unos estupendos masajes, así que la grabación empieza viéndose como él está sentado en el jacuzzi con Ariana adelante, doblada un poco hacia el frente y dejando que esas manos extrañas, recorran diestramente su espalda: le hacía presión firme con sus dedos subiendo por los dorsales y después oprimía sus trapecios al parejo y frotaba su cuello, también lo besaba, mordisqueaba y se ayudaba hasta de la lengua para provocarle un ligero dolor y un relajante placer. Les di sus copas y me metí con ellos, dando un beso apasionado a mi esposa mientras veía como él estiraba las manos para alcanzar y apretar sus tetas sabrosas. Entre tragos, masajes, agasajes y besos, me acomodé abriendo sus piernas y la penetré por un momento mientras el amigo la seguía acariciando de forma deliciosa.
Yo creo que a nuestro amigo se le antojó mi posición, pues con cualquier pretexto salió del agua y me hizo tomar su lugar detrás de Ariana. Paseo un poco su desnudo cuerpo frente a la cámara, dejando notar los veinte centímetros de su erección al tope. Regresó de inmediato y le pedí que arrimara la botella para que ya nada nos interrumpiera por un buen rato.
Ahora él abría por completo las piernas de mi dama, para incrustar su miembro en el fondo de su vagina. Chupaba sus pezones y la besaba sabroso. Yo la acariciaba desde atrás y besaba sus orejas, recorriendo con mi lengua su contorno. Ella solo se dejaba hacer y gemía muy rico al recibir aquel tratamiento.
Al cabo de un rato, nuestro amigo se puso de pie y arrimó aquel venoso a la boca de mi Ariana, que ni tarda ni perezosa lo empezó a chupar con harto deleite. No sé cómo, pero se lo metía hasta el fondo y yo la contemplaba en primerísima fila, y besaba sus cachetes cada que se levantaban ante la presión de aquel intruso. En un momento dado, se puso a besarle y a chuparle los testículos, pasando su lengua por todo el escroto y llegando casi hasta su ano. De repente, esa larga verga rozó mi cara y yo la rodeé con mi boca, lamí alrededor de su glande y la chupé tratando de imitar los movimientos de mi mujer, que afortunadamente muy pronto regresó para adueñarse por completo de aquel pedazo de carne.
Recobrada su dureza, regresó a meterlo en la vagina que ya lo estaba esperando con ansiedad. Fue otro rato en el que hicimos chapotear el agua, porque el chorro del jacuzzi no supimos cómo encenderlo hasta que salimos. Cuando él se paró nuevamente, yo hice lo mismo para poner ambos miembros a la disposición de su boquita, y muy atenta los besó, lamió y chupo ansiosamente, incluso en un momento dado, se los metió en la boca al mismo tiempo.
Decidimos seguir en la cama. Yo me adelanté para discretamente cambiar la cámara de posición, mientras, aún en la tina, el aprovecho para nuevamente clavarle la verga en la boca, y tomó su cabeza con ambas manos para moverla hacía atrás y adelante, dándose un tremendo placer (como se ve en la imagen).
Ya en la cama, ella se acostó boca abajo, con la toalla ceñida a su alrededor, pues “no iba a hacer nada”. Le di unos besos y caricias y me retire para dejarlos solos. Nuestro amigo se acomodó junto a ella y se puso a besarle la espalda y levantó la toalla para acariciar sus nalgas, luego bajo a besarlas y a tratar de escabullirse con uno de sus dedos y con su lengua en el ano.
Ella no estaba convencida de ello, por lo que le pidió que mejor le arrimara algo para chupar y pues el volvió a meterle su pene en la boca. La posición era incomoda, con ella boca abajo y torcida para alcanzar el pene del hombre arrodillado junto a ella, por lo que le pidió que se acostara boca arriba y ella a su lado, en cuclillas, siguió con su labor.
Yo muy solícito, le acomodé unas almohadas para que se irguiera y pudiera ver claramente lo que mi mujer le hacía. También le llené y le llevé su copa y ya sabiendo que nuestro huésped estaba bien atendido, me fui detrás de Ariana, la acomodé de perrito hincada entre las piernas de José y la penetré con delicia viendo lo que hacía y como ocasionalmente nuestro amigo le hacía llevar el ritmo sujetando su cabeza con ambas manos. Ella se la mamaba y se la tragaba por completo, pero también se acomodaba a besar todo su escroto hasta lo más atrás posible.
Y de tanto chupar aquel garrote, pues decidió que ya lo quería sentir adentro de ella. Quitó de su lugar al invitado para acostarse ella boca arriba. Yo aproveché para darle un beso apasionado y amoroso, mientras el amigo se preparaba para meterse entre sus piernas.
Ya en posición y con mi ayuda, ella levantó las piernas sobre los hombros de él mientras recibía a empujones y con fuertes gemidos, la embestida completa de aquel falo ajeno. Yo metí mi pene en su boca para mitigar los sonidos y sentir en sus mamadas, la fuerza de los apretones y empujones que abajito estaban sucediendo.
Doblando bien sus piernas, nuestro amigo se montó por completo para alcanzar con su boca cada uno de sus pezones y mamarlos como becerrito... si acaso los soltaba, ella los levantaba para ponerlos de nuevo a su alcance, gimiendo aún más cuando él los volvía a succionar. Cuando ella bajó las piernas, él se tendió por completo encima de ella, recorriéndola de arriba abajo con sus manos y plantándole unos besos apasionados. Sus lenguas se aferraban una a la otra y trataban de seguir juntas cuando yo metía mi instrumento por en medio de ellas. Ella tuvo un par de orgasmos, pero nosotros todavía teníamos cuerda para seguir dándole placer.
Llegó el cambio de posiciones y yo me acosté boca arriba en la cama para que ella me montara, mientras nuestro amigo arrodillado detrás de ella, primero intento una doble penetración vaginal y luego trato de meterle la cabeza de su pija por el ano. Como sabía que en ese momento ella no quería eso, puse el pretexto de ir al baño para que ahora ella lo montara a él. Me encanta mucho ver ese momento de la grabación, por los sabrosos gemidos que ella emita al clavarse aquel garrote, y al brincotear alegremente arriba de él. No sé qué cosas le dice en ese momento, pero ella ríe y se niega y sigue saltando y clavándose su verga hasta que yo regreso y hacemos un nuevo cambio de posición.
Ahora ella se acuesta boca arriba con su cabeza casi a la orilla de un costado de la cama y yo la monto en la posición del misionero mientras nuestro amigo se arrima detrás de ella con el pene listo a entrar en esa cálida boquita. Yo estaba disfrutando mucho de aquella vista y aquella penetración y nuestro amigo de repente salió un poco para masturbarse y le preguntó que dónde podría eyacular y ella le dijo que donde él quisiera. Él se la jalaba y se la volvía a clavar en la boca, pero estaba tardando en terminar, así que, teniendo sus tetillas al alcance, se las empecé a chupar.
Recuerdo claramente que él decía “qué rico, que rico” y empezó a eyacular encima de mi mujer, rociando su cara y pecho, y después también arrojó profusos chorros en su boca. Yo la veía escurriendo semen hasta por las orejas y cuando el por fin dejo de eyacular y se retiró un poco, ella me mostró su boca llena de semen y lo tragó, pero no dejaba que la besara. Yo chupé el semen que había caído en su pecho y cara y limpié con mi lengua el que había resbalado por su cuello y orejas y entonces si nos dimos un beso que nos permitió intercambiar los fluidos sabrosos de nuestro amante. No tardé ya mucho en inundar también su vagina con mis chorros.
Fue una ocasión memorable. Disfruto mucho viendo ese video, incluso me he masturbado un par de veces hoy mientras lo veo y escribo esta historia para ustedes.
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La historia que no se pudo...
Publicado en:12 Enero 2020 12:47 pm
Última actualización en:26 Enero 2020 5:12 pm
14452 vistas
Mi esposa y yo hacíamos el amor muy frecuentemente, con un abrazo, una caricia o hasta con la mirada… pero el sexo era cada vez más escaso y me decidí a convencerla de que nuevamente tuviéramos un trío, para volver a sentir su vagina chapoteando de jugos.
Me dijo que aceptaba solo por complacerme. Revisamos varios perfiles de la página de AmigosArdientes.com y había muchos realmente espectaculares… muy “sabrosos” por así decirlo. Revisamos varios perfiles, pero algunos fueron realmente groseros... otros querían estar a solas con ella, pocos querían ir a medias con los gastos...¿acaso aquí hay alguna mujer que les diga que si a todos? Y lo peor... no había galanes dispuestos a ejercer el arte de la seducción. Así que ella no dudo y seleccionó a uno de entre todos ellos, llamado Javier. Me dijo que la cita sería solamente para conocernos y ver si había “química”, y que su condición era que fuese en un lugar público pero de muy, muy, poca luz, porque le daba mucha pena todo eso, pues a pesar de ser una mujer muy sensual, no podía dejar de lado su educación a la antigua. Yo por mi parte le dije que aceptaba, pero mi condición era que se dejara acariciar las piernas, al fin de cuentas el lugar donde lo veríamos estaría prácticamente a oscuras. Mi diablito de la guarda había elaborado rápidamente un plan en el mismo instante que ella me ponía sus condiciones.
Esa tarde estuvimos muy nerviosos en lo que nos preparábamos para el encuentro. Yo nunca he querido ser catalogado como un “cuckold”, pero la verdad me sentía muy excitado mientras le ayudaba a recortar sus los vellos de su pubis (y eso que “solo íbamos a conocernos”, ¡ja!), después pinté las uñas de sus pies y seleccioné la ropa interior y el vestido que llevaría puesto… todo para deleite del posible nuevo amante de mi mujer.
Llegamos cerca de las 9 de la noche al estacionamiento del “centro magno” y ella todavía no conocía mi plan, supongo que hizo un repaso mental de los bares cercanos intentando adivinar en cuál nos encontraríamos con Javier. Fue muy divertida su cara de sorpresa mientras subíamos por el elevador, verme sacar los boletos para la función de cine de “50 sombras más oscuras”, definitivamente, Ariana jamás imagino que ese sería el punto de encuentro. No pudo protestar porque definitivamente era un lugar público y oscuro, aunque poco podríamos platicar con Él. Hasta ese momento, no había recordado lo que yo había pedido a cambio.
Llegamos a nuestros lugares y me pidió que le comprara palomitas de maíz, algo muy adecuado para mis intenciones. Justo de regreso me encontré con Javier, así que le di las palomitas y le indiqué que tomara mi lugar. Yo me sentaría en la butaca que el seleccionó, justo del otro lado de Ariana. Nos acomodamos justo al inicio de la película, en el preciso momento en el que el cine se pone más oscuro y mientras la retina se acostumbra al cambio de luz.
Al no darse cuenta del cambio y muy atenta al inicio de la película, se recargó ligeramente en el hombro de Javier y comenzó a tomar palomitas muy confianzudamente. También él agarró confianza y empezó a acariciar sus piernas. Ella trataba de no voltear a mi lugar, pues imaginaba que allí estaría Javier, y se repegaba más en quien pensaba que era yo. Cuando puse mi mano en su pierna, se le cortó el aliento, pero no dijo nada, ya que había recordado que tenía que dejarse tocar.
Pasados un par de minutos retiré mi mano y Javier aprovechó para acariciar un poco más arriba. Tal vez ella pensó que era Yo, tratando de ver si se había mojado con las caricias de Javier, y se dejó hacer. Un minuto más tarde, volví a la carga con las caricias y apenas quitó Javier un poco la mano, subí descaradamente hasta su entrepierna provocándole un suspiro y haciendo que volteara a verme. Justo ahí se dio cuenta que nos habíamos cambiado el lugar y que Javier ya la había acariciado ampliamente. Le di un beso apasionado sintiendo como mi colega se aprovechaba y acariciaba todavía un poco más de lo originalmente convenido. Ella se dejó hacer y ciertamente se escuchaban más gemidos de ella que en la propia película. En un descuido, Javier también la besó y se quedaron prendidos por un rato, después de lo cual nos hizo arrimarnos a ella para susurrarnos algo:
“¿Vamos a seguir viendo este bodrio de película o nos iremos a hacer algo realmente emocionante? “
No respondimos nada, solo nos levantamos como impulsados por un resorte y corrimos al auto. Decidimos ir al motel California courts” a pocas cuadras de allí, por lo que Javier dejaría su carro. A pocos metros de nuestra camioneta, abrí los seguros con la llave remota y ella se dirigió a Javier: “¿Algún caballero que me abra la puerta?” Javier la tomó del hombro, abrió la puerta trasera y la subió con Él sin darle oportunidad de respingar. Yo acomodé el retrovisor para no perder detalle, y aunque el recorrido fue de solo cinco cuadras, aprovecharon para un delicioso faje. Después de pagar la habitación y cerrar la cochera, me apresuré a abrirles la puerta, solo para encontrar a Ariana ya con los pechos al aire, apretados alternativamente por una de las manos de Javier, quien a su vez, tenía su largo miembro de fuera… más bien… dentro, de la boca de Ariana, quien solo torció los ojos para voltear a verme furtivamente, y seguir con lo que hacía con vehemencia...

Le envié la historia a Javier, para que supiera lo que tenía que hacer... a final de cuentas nos dejó plantados, no una, sino dos veces... "Porque iba saliendo de una relación y no quería entrar tan pronto en otra". ¡Por favor! Si solo es un encuentro sexual esporádico, no un compromiso.

Así nos han bateado un par de ocasiones más, lo cual es un golpe anímico para mi mujer... "Es que no estoy muy seguro del trío..." " Es que solo dispongo de media hora... si llego más tarde mi mujer me pega"... Ella no puede evitar pensar que por su edad y su físico han perdido el interés... por favor, ¡no lastimen así el ego de las personas!
Ya ni se diga a los que les hemos dado nuestro número de whatsapp y ya nunca escriben... ¿para qué entonces insistieron tanto? Si no están seguros de su sensualidad, mejor no insistan. Podemos platicar, compartir muchas cosas más, pero no digan que quieren con nosotros si a fin de cuentas se van a hacer ojo de hormiga...
Bueno, esperamos sus comentarios y que por favor nos escriban para decirnos lo que piensan al respecto. ¡Saludos afectuosos para todos!

Pues
2 comentarios
Esta historia la escribí como guion para el encuentro con un nuevo amigo de AmigosArdientes.com.
Publicado en:2 Enero 2020 7:42 am
Última actualización en:26 Agosto 2020 2:17 pm
9446 vistas
Esta historia la escribí como guion para el encuentro con un nuevo amigo de AmigosArdientes.com. Mi esposa no quería, porque el muchacho era de la mitad de nuestra edad y virgen, pero si lo hicimos más o menos como la siguiente narración:

Llegó por fin el domingo que planeamos sólo para nosotros. Ariana me había dicho que me complacería en todo lo que le pidiera, así que decidí conjugar nuestro acostumbrado rol de juegos con el relato erótico que me escribió hace muchos años, cuando me enteré de que también disfrutaba de la fantasía de hacer un menage-a-trois... aunque hasta la fecha no habíamos pasado de la simple actuación.
Este año, gracias al libro las 50 sombras de Grey, nos regresó el espíritu de fantasear, pero sobre todo, de dar el paso definitivo al siguiente nivel… Tanto así, que cuando nos registramos en una página de citas, me sugirió el nombre de "Dec1d1d0s".
Ese día, cambiamos nuestra rutina completamente. Salí temprano al squash solamente para disfrutar del sauna y bañarme y vestirme de traje y corbata, algo bastante improbable para mí en cualquier otro domingo.
(10:00 am) Nos encontramos para desayunar en un elegante restaurante, pues mi plan iniciaba jugando a que éramos dos desconocidos que se encontraron en internet y buscaban un poco de emociones extra para sus respectivos matrimonios. Ella se haría llamar "Laura" y él, "Carlos".
Fuimos puntuales en nuestro encuentro y representamos cada quien su papel a la perfección. Le sugerí acompañar su desayuno con mimosas, y el champagne la desinhibió por completo, haciéndola más atrevida de lo convenido. Sonreí para mis adentros, sabiendo que ella jamás imaginaría la sorpresa que le tenía reservada.
Comimos lentamente absortos por la plática. Inventamos historias tan divertidas como sorprendentes, que pronto tocaron el tema del sexo y de lo que nos atreveríamos o no a hacer. El reto no tardó en llegar y "Laura" aceptó demostrarle a "Carlos” (yo) que si era capaz de irse conmigo a un motel y dejarse amarrar y vendar los ojos para que le hiciera lo que quisiera.
Pronto salimos del Oui, y nos enfilamos al Motel California Courts, a tan solo una cuadra de ahí… la urgencia era demasiada.
(11:30 am) Ingresamos al motel con los nervios de cualquier pareja que en realidad teme ser descubierta. Una vez en la cochera de la habitación, le coloqué una venda antifaz que de inmediato le provocó un sentimiento de estar a merced de lo que fuera.
-Te haré gozar como loca, "Laura".
-Te mataré si no lo haces, "Carlos".
Se dejó conducir al interior de la habitación, sintiendo muy cerca la tela de mi saco, y percibiendo el aroma del perfume que ya en otras ocasiones utilicé para el acto del "desconocido". La miré trastabillar, tanto por la venda en los ojos, como por el alcohol ingerido. Esa leve indisposición ayudaría mucho a lo que esperaba realizar. Después de ingresar a la habitación, me retire un momento "a pagar por la habitación", y claro, a dejar un par de precisas instrucciones al personal del motel.
Regresando con ella, inmediatamente empecé con la sesión de juegos, besos y caricias que las más de las veces eran dulces y tiernas, intercalando algo de rudeza, mientras la despojaba de sus ropas. La estaba consiguiendo hacer hervir a fuego lento. Puse un poco de música instrumental que disimulara las voces, pero que me permitiera seguir escuchando sus constantes gemidos, y a veces sus sonrisas, cuando mis movimientos eran torpes por el nervio de lo que estaba por suceder, o si la llamaba Ariana en lugar de "Laura".
Ya completamente desnuda al centro de la habitación, yo seguía vestido. Me abrazaba a ella con frecuencia para hacerla sentir el picor de la tela de mi saco y el olor intenso del "Carlo Corinto" que me perfumaba. Antes que cualquier otra prenda, me quité la corbata y procedí a atar con ella sus muñecas. La idea original era atarla a la cabecera de la cama, pero como en la realidad no había ningún lugar donde hacerlo, la tendí sobre la cama boca abajo y la hice subir sus manos sobre su cabeza: Ella comprendería que debía simular que si estaba bien atada. Eran los instantes más críticos de mi plan y confiaba en que no me fuera a fallar nada.
Tratando de no detener el ritmo de las caricias, casi mágicamente me deshice de mis zapatos y de mis pantalones, pero, aunque desabroche mi camisa para hacerla sentir mi piel, supuse que ella creería que aún estaba completamente vestido. Estaba frotando sus pantorrillas y besando sus pies cuando un toquido súbito a la puerta hizo acelerar sin freno a mi corazón.
(11:35 am) ¡Servicio! Se escuchó decir al tiempo que volvían a tocar.
Le pregunté: ¿Quieres beber algo, Laura?
Más tarde, solo recíbelo y regresa cuanto antes "Carlos"- me respondió.
Abrí la puerta y fingí pagar y recibir el "pedido"… La verdad es que ahí estaba un verdadero Carlos, un atento alumno que estaba dispuesto a ayudarnos a cumplir nuestra fantasía. Para mí era el candidato ideal, pero de haberlo comentado antes con Ariana, tal vez hubiera objetado su edad, ya que es menor que nuestros hijos... pero hoy sería incapaz de protestar, y confiaba en que la hiciéramos gozar lo suficiente para que no hubiera ningún arrepentimiento. Además, quizás no se quitaría la venda, para conservar el misterio de esta aventura, o con mejor suerte, no se daría por enterada de lo que realmente sucedió.
Lo hice pasar silenciosamente y mientras le entregaba mi saco para que se lo pusiera, recogí la botella y unas viandas que traía consigo. En un santiamén regresamos a la orilla de la cama y Carlos, prevenido previamente de algunos detalles, continuó con la labor de acariciar a mi esposa, mientras yo con dificultad contenía los bufidos de excitación de tan impactante escena.
Él se quitó de forma evidente los zapatos y el pantalón, Su camisa ya la había abierto desde antes de tocar la puerta. Conservó el saco con la finalidad de que ella notara lo menos posible el cambio de amante. Yo había tratado desde el inicio de acariciarla un poco diferente a lo que acostumbro hacerlo, sin descuidar lo que a ella le gusta o le disgusta para no hacerla sentir mal.
Así que Carlos continuó subiendo con sus manos por sus piernas. Acarició ligeramente su trasero y se arrimó por la espalda con besos hasta su cuello. Él sabía de antemano que se permitían en cuello y hombros pequeñas mordiditas. Le dije que también un poco más tarde podría morder ligeramente sus pezones, después de besarlos y chuparlos con intensidad creciente conforme lograra hacer aumentar su excitación.
¡Así Carlos, así! Decía ella...
Y Carlos seguía recorriendo su espalda y sus antebrazos con besos y caricias. De repente estiraba sus brazos para regocijarse acariciando las piernas. Ponía su mano completamente abierta en una de sus nalgas y después la cerraba para apretar ligeramente. Repetía la acción del otro lado mientras bordaba una cadena de besos por su cadera.
Ocasionalmente le hacía la seña de separarse un poco y me arrimaba para decir una que otra frase, que seguramente Carlos estaría deseando decir: ¡Que señora tan bella eres Laura!... ¡Que preciosura de mujer tengo para mí el día de hoy!... ¡Que sabroso hueles de pies a cabeza, que afortunado soy de poder hacer hoy contigo lo que quiera!...
Pero la verdad es que Carlos guardaba un riguroso silencio, solo su respiración lo delataba un poco, pero seguramente Ariana pensaba que era yo, fingiendo, para cubrir mi papel... Al menos después de los primeros 5 minutos no parecía haberse percatado del cambio.
Y allí estaba ella sobre la cama, jugando a que un desconocido hiciera con ella lo que fuera... pero también sabía que, en la realidad, en nuestros juegos, podía suceder cualquier cosa... agradable, por supuesto.
Era tiempo de pasar al siguiente nivel. Carlos empezó a meter su mano bajo Ariana para acariciar los vellos de su pubis. Trataba de localizar su clítoris y la entrada de su vagina de forma leve con sus dedos. Lo vi arrodillado sobre ella por arriba de sus tobillos empezar a rozarla con su pene. Después subía restregándolo ligeramente por sus piernas hasta la cintura, dejando un rastro húmedo y pegajoso. Regresaba un poco empujando ligeramente con su pene por la natural línea divisoria del trasero y se recargaba para alcanzar desde atrás, la entrada de la vagina.
Regresaba a besar su cuello y con toda intención, recargaba su mano muy cerca de la mejilla de Ariana, para que ella sintiera el olor y la sensación de mi saco, que Carlos aún conservaba puesto.
Ya la humedad y la excitación de "Laura" eran tan evidentes como la nuestra. A mi señal, Carlos le dio unas ligeras nalgadas con la mano abierta al centro de cada glúteo, mientras que yo dejaba escapar una muy real exclamación de lo que justo pensábamos los dos: ¡Que cosas tan sabrosas tienes, Laura!
Carlos la tomó con firmeza de las caderas para ayudarla a voltearse boca arriba. Ella cooperó por completo, tratando de mantener la farsa de que estaba atada a la cabecera. Ahora sentía los labios de su amante por su cuello bajando hasta sus pezones en un camino de culebritas de besos. Abrió sus piernas en franca invitación para que acariciaran su vientre... para que tocaran su botón. En poco tiempo ya estaba siendo invadida primero por uno y después por dos dedos que comprobaron la humedad de su interior. Ahora el joven besaba las piernas de mi Ariana, bajaba hasta sus pies y volvía a subir, hasta que terminó con la cabeza clavada entre las piernas de mi mujer, que gritaba de placer al sentir los toques de una lengua que imaginaba era la de su hombre habitual. Sentía las manos que abarcaban sus pechos para apretarlos y amasarlos de una forma tan especial, que parecía que fuera la primera vez que lo hacían. Bueno, si.... así era, pero ella no lo sabía. En varias ocasiones se vio sorprendida acercando sus manos a la cabeza de Carlos, pero luego recordaba el juego y las regresaba por sobre su cabeza.
¿Cuánto tiempo paso? ¿10? ¿15 minutos? Yo seguía ahí muy cerca, observando y disfrutando en primera fila y muy atento para hablar cuando era necesario. Ya los tres estábamos más que a punto. Ahora Carlos se pegaba no solo para hacerle notar que era el "hombre del saco" sino que también frotaba su pene y lo apretaba contra sus piernas. ¡Ya penétrame! -pedía Ariana- Tuvo que repetirlo por segunda vez para que Carlos se decidiera a tomar la posición adecuada entre tan suculentas piernas.
Ese era un momento culminante, decisivo... Desde el primer momento supe que la penetración tendría que ser sin condón, porque no lo acostumbramos ni en juegos. Utilizar preservativo hubiera implicado una importante disminución del placer y tal vez hubiera delatado la suplantación antes de lo conveniente... Así que no había de otra, sería al natural, y eso me causaba mucho, mucho morbo, no sabía si observar el momento de la penetración o el rostro de placer de mi mujer.
Y viéndolo allí a punto de entrar, me di cuenta que tal vez si era un poco más largo y más ancho que el mío... Así que el recorrido fue lento y tardado, por lo que pude contemplar cada empujón, cada expresión y cada detalle que hacían más impactante aquel cuadro de placer que por primera vez admiraba en todo su esplendor. Ay papito, ahora la tienes bien grande fue la expresión descuidada de Ariana, que se olvidó un segundo del juego ante tal invasor.
Movimientos lentos se fueron haciendo cada vez más poderosos, hasta provocar un plop-plop con el golpeteo. Los amantes se reacomodaron para poder aumentar la velocidad: Carlos tomo las piernas de Laura y las subió a sus hombros. Se afianzó bien agarrándose de sus pechos y aceleró conforme sentía que la humedad de esa vagina lo permitía. Después se abrazaba de esas piernas suculentas, y empujaba su verga más al fondo de la vagina de mi amada. Ella volvió a olvidarse varias veces más de su rol: !Así mi amor, nunca te la había sentido así!... ¡Hoy estás como nunca mi vida!... ¡Ay Alfredo, qué bárbaro que rico estas hoy!. Pero después recordaba que estaban en un juego e intentaba corregir: ¡Dale Carlos, Dame con ganas!
Y eso fue lo que Carlos hizo ante mi complaciente mirada...
Laura se convulsionaba entre orgasmos... erguía sus senos para que Carlos se acercara a mamarlos y a pellizcarlos. Se notaba que quería olvidarse de las supuestas ataduras y abrazarlo con fuerza, pero mantuvo su posición y solamente lo rodeo de la cintura con sus piernas y lo apretó con vehemencia, tan concentrada en su placer que estoy seguro que ni por asomo notó la diferencia entre mi cuerpo y el del semental que ahora la montaba. Carlos se dejó caer sobre ella, bufando y resoplando encima de sus hombros. Ella lo empezó a nombrar entre gemidos y al ritmo de cada empujón; ¡Carlos! ¡Carlos! ¡Carlos! … Y ya no pudo más, apretó su boca y rechinó los dientes ante la llegada del más potente orgasmo que pienso jamás había sentido. Carlos bien sabía que ese rechinar de dientes era la señal, ahora si se pegó con fuerza, pero empezó a murmurar por lo bajo y entre resoplidos:¡Laura!¡Laura!¡Laura!... Tampoco llegó a más porque fue el momento en el que empezó a escurrirse dentro de ella... caliente y abundante... Recordó que en ese momento debía besarla, porque le dije que siempre lo hago cuando le eyaculó, sin importar el juego...
Tal vez Ariana no hubiera notado si no lo hacía... estaba en las nubes... no se percató que la voz del susurro era otra, como no se dio cuenta que el beso era tal vez muy diferente al de mi boca... Parecía flotando en su nube y enroscaba su lengua con la de Carlos, mordía, chupaba, gemía, apretaba con fuerza su vagina y hacía bufar a Carlos, cuyo semen seguramente seguía saliendo... tal vez lo hubiera notado, pero ella estaba fuera de Sí, al igual que Carlos.
Yo había empezado a grabar desde el primer rechinido de dientes, y ahora tocaba el hombro de Carlos, para que se me moviera y me permitiera grabar más a fondo. Carlos se empezó a retirar despacio y me permitió grabar la forma en la que iba sacando su pene escurriendo en semen, haciéndose notorio un sonido como descorche al sacarlo por completo. Me ayudo para que las piernas de "Laura" se mantuvieran abiertas entre fuertes estremecimientos, para que pudiera grabar a plenitud ese orificio inundado con su esperma. En mi descuido, Carlos arrimó su pene a la boca de Laura, quien sin pena y fuera de su costumbre, lo besó, lamió y engulló hasta dejarlo completamente limpio.
Después de capturar esas imágenes di por terminada mi labor de camarógrafo y con señas pedí a mi "ayudante" que se retirara un poco para ahora poder satisfacerme yo mismo, pero allí hubo un error importante en el guion: Ariana se olvidó de las falsas ataduras, y me atrapó entre sus brazos, aunque seguía llamándome Carlos. Me dominó por completo y me empezó a besar, lo que no pude evitar, aunque sentir la viscosidad de su boca y ese extraño sabor no me produjeron ninguna repugnancia.
Fue más difícil para mí cuando con fuerza fue llevando mi cabeza hasta su vagina, llegué a pensar que se había dado cuenta de todo y quería hacerme pagar mi atrevimiento. Pero cuando entre resuellos me dijo: ¡chúpame Carlos! Comprendí que a esas alturas no se había dado cuenta de nada. Revolotee mi lengua un poco sobre su clítoris y con gran excitación y sin recato al comprender que su excitación era natural y que no debía dudar, pues se percataría de todo, me decidí a lamer su entrada, como queriendo regresar a su interior todo el semen que había permitido escurrir previamente. Lo que no pude volver a meter, lo tomé con mi boca y me trepé sobre ella para entregárselo en un beso, al tiempo que la penetraba en mi gran desesperación. Por la forma en la que me comió la boca, me di cuenta de lo que le había gustado. Tal vez pensó que había tomado algo para que cambiara su sabor.
Lo cierto es que estaba tan deleitada con eso, que tardó más de un minuto en sentir la forma en la que le empujaba. Al momento de introducir mi pene, note que estaba completamente llena, y fue una sensación tremenda. Me volví loco y me empecé a mover dentro de ella como un pez que ha sido atrapado por la boca con un anzuelo. Entonces si me preguntó: ¡Cómo! ¿Otra vez tan pronto? ¿Pues qué tomaste papito? Yo la callé y le pedí que recordara su papel. Ella tuvo muy pronto un nuevo orgasmo, lo que aproveché yo mismo para vaciarme por completo. Carlos había tomado mi celular y nos estaba grabando, al tiempo que se masturbaba y volvía a lograr una importante erección.
Me rodé sobre la cama, exhausto y satisfecho, hasta quedar boca arriba a un lado de Ariana. Supongo que ella quería deleitarse un poco más con el sabor del semen que tanto le gustó, por lo que de inmediato se arrodillo entre mis piernas para chuparme y dejarme tan limpio como antes había hecho con Carlos. Yo pensé que afortunadamente en su vagina había habido mucha más leche de Carlos que mía, por lo que realmente el sabor mezclado le seguiría gustando y no seríamos descubiertos.
Bueno, si... el sabor le gustó y chupo con ganas, pero la escena y la posición, de perrito y casi al borde de la cama, fueron demasiado para Carlos, que aventó mi celular, la tomó de las caderas y penetró de un golpe, como cuchillo en mantequilla, en ese todavía inundado orificio de placer.
Fue tal su impresión, que pensé que me arrancaría el miembro de una mordida. Afortunadamente para mí, Carlos la metió tan rápidamente y con tal precisión, que la hizo pegar un intenso grito de placer, lo que aproveché para alejar un poco mi pene y abrazarla, al tiempo que le decía: ¡Gózalo mamacita!
Hizo el ademán de quitarse el antifaz dos o tres veces. También balbuceaba como queriendo protestar, pero Carlos estaba masacrando con fuerza sobre su punto "G"… y aunque lo estaba haciendo sin ninguna consideración a ella, menos a mí, la verdad es que le estaba sacando una serie de nuevos y potentes orgasmos, aunque su única y verdadera intención era volver a explotar en su interior, lo que consiguió en solo el tiempo necesario para hacerla aullar su nombre en alaridos de placer: ¡Carlos! ¡Caaaarlooooosss! ¡Aaaaaaah! Después de eso, Ariana se dejó caer completamente sobre mí y Carlos hizo lo propio a un lado mío, no sin antes propinar un largo y profundo beso en la boca pegajosa de mi mujer.
Respiraban agitadamente y yo contenía mi aliento en expectante excitación, no sabía exactamente lo que podía esperar de Ariana ahora que ya sabía que otro hombre y yo la habíamos usado para nuestro placer, provocándole por supuesto, el suyo propio.
Pero bueno... apenas recuperó la respiración y se arrodilló con sus piernas clavadas en medio de las nuestras, y tomando un pene en cada mano, empezó a intercalar besos, mordidas y chupadas entre nosotros. Después nos hizo girar hasta poder intentar meter los dos penes en su boca. Jugaba a provocarnos chupando un pene y besando al otro intercaladamente.
En un momento dado que se acurrucó entre las piernas de Carlos, recorrió sus testículos con la lengua y empezó con una franca labor oral con toda la mala intención de lograr que de nuevo se irguiera.
En ese momento me levante para llenar el jacuzzi. Me senté en la salita frente a ellos para contemplarlos mientras abría la botella y servía las copas. Piqué la botana y arrime todo a un lado de la tina, sin dejar de contemplar la forma en la que mi mujer se deleitaba, relamiendo con la lengua ese sabroso "chupirúl".
Tuve la necesidad de desatenderlos y entrar un par de minutos al sanitario. Para cuando salí, ya estaban dentro del agua, Carlos tendido y Ariana montada sobre él, completamente ensartada. El metía en su boca un trozo de salchicha... de pavo... y le daba un poco de vino, pues ella todavía tenía puesto el antifaz.
Ella gime, cabalga sobre Él, a veces lento y a veces profundo. Bromean sobre si quitarse o no el antifaz... Ariana dice que teme que Carlos resulte ser horrible. Yo sé que ya reconoció su voz, pues los presenté hace poco para que Carlos la conociera y me dijera si le agradaba y aceptaba ser parte del plan.
Ella hace como que derrama el vino al intentar beberlo con los ojos tapados. El vino cae sobre sus tetas y Carlos lo recoge con la lengua. Ella pelea que no lo beba, que es su vino, y juega a meter su lengua en la boca de Carlos para recuperarlo.
Hago este repaso mental de todo lo que ha pasado mientras los veo hacer el amor. Ahora sé que hice la mejor elección del candidato, en pocos minutos ya no le importará a Ariana la diferencia de edades. Yo sé que pronto se quitará el antifaz para ver bien lo que está haciendo.
Miro el reloj... apenas han pasado dos horas desde que llegamos y siento que tenemos aquí toda la vida. Quedan seis horas para aprovechar la habitación yo ya estoy otra vez al tope. Ahora la turbulencia del agua no me deja apreciar muy bien como se lo monta... y eso que no han prendido el motor. Creo que es hora de probar esa famosa doble penetración vaginal.
Justo ahora Ariana se acuerda de mí y ha notado que no he participado del juego por varios minutos ya, así que decide por fin quitarse el antifaz para buscarme con la mirada y ver que reacción tengo.
Aquí estoy mi amor, justo entrando al jacuzzi. Mira mi reacción, la tengo durísima... recárgate sobre Carlos.... abrázate de Él y hazlo que te bese... yo aquí voy... Te amo...
Bueno, espero que les haya gustado… les dejo una foto de recuerdo de ese día que lo hicimos.
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¡Por fin, trío con Ramón!
Publicado en:25 Deciembre 2019 11:58 am
Última actualización en:21 Marzo 2020 4:10 pm
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No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue... y finalmente se nos llegó el día del trío con Ramón...
Habíamos viajado una vez a Aguascalientes... pero al parecer, la esposa lo traía muy cortito y no lo pudimos ver. Otro día que fuimos, tuvo que salir de viaje por el trabajo, y nos volvimos a quedar con las ganas... pero la tercera es la vencida, y ya no íbamos a dejar que se nos escapara... y vaya que si lo intentó...
Estaba advertido... nosotros llegamos temprano y anduvimos de turistas, esperando el momento. Él salía a las 5 de la tarde, pero se dieron las seis... las siete... finalmente a las ocho nos habló para pasar por él. Lo acompañamos a cenar, pues no había comido todavía, y luego nos paseó por el barrio del Encino. Me di cuenta de su nerviosismo. Ariana y yo más tranquilos, ya no éramos “primerizos” ... pero ya no iba a dejar perder más el tiempo, le pregunté a dónde y me dirigió al motel Astoria.
Cupo lleno, fila de carros. -”ni modo”- nos dijo como resignado, pero de camino había visto otro motel, el As Feixas, así que di vuelta y aceleré el paso. Yo sabía que Ariana estaba con mucha calentura y que no iba a tolerar otro plantón.
Cupo lleno, fila de carros. -”ni modo”- les dije y nos quedamos ahí a la vista de todos. Saque una caribe cooler para mi mujer, una cerveza para Ramón y una lata de jack daniels con coca para mí. Traíamos queso picado y salchichas y empezamos nuestra reunión en la fila del motel.
Cuando abrimos la segunda bebida, supo que ya no habría escapatoria y empezó a toquetear a Ariana desde el asiento de atrás. Ella hacía como que no se dejaba y yo la provoqué a desquitarse, pasándose al asiento con Ramón, para lo cual bajó del auto sin pena alguna, hacia los brazos de su amante.
Ahora se besaban. Yo trataba de seguir sus manos. Sale la blusa, sale la camisa... ya los senos de Ariana se tambalean en las manos y la boca de Ramón y ella acelera a fondo el calentamiento maniobrando la palanca de velocidades de aquel hombre.
“Pasen a la cochera mientras arreglan su habitación” nos dice una mucama, muy risueña al darse cuenta de que ya estamos a media tertulia. Y mientras, más vino, más botana... y ya mi esposa está agachada disfrutando de aquel caramelo que tanto le gusta.
“Ya pueden subir”, nos dijeron. Pero tenemos que esperar a que terminen de trapear la cochera, y a que saquen las bolsas de basura y cierren la puerta. Entonces sí, Sale Ramón en puros zapatos cargando desnuda a mi mujer. Yo de alguna forma recojo toda la ropa, bebidas, botanas y lo demás de la fiesta, para correr detrás de ellos y no perderme nada de la diversión.
Ahora mi mujer está tendida sobre la cama y Ramón la besa en la boca y besa todo su cuerpo. Yo me acomodo del otro lado y procuro hacer algo similar a lo que él hace, para que ella sienta las caricias en estereo. Él mete sus dedos en la vagina de mi mujer y yo veo como la hace chorrearse y le como la boca para sentir su ahogo y sus orgasmos. Ahora él quiere penetrarla y yo me levanto para desnudarme y dejar el celular grabando la escena.
Ahora ella está de espaldas en la cama con sus piernas abiertas y él la penetra y la hace gemir a cada empellón. Ella me hace una seña para que me arrime, así que me siento a un lado y dejo que tome mi pene y me masturbe mientras miro todo en primera fila.
Él lo hace muy lento, pero fuerte y profundo, y parece que cada que mete su verga hasta el fondo, la hace brincar dentro de ella. Ella le sube los tobillos al cuello o le rodea la cintura con las piernas y lo aprieta con fuerza para elevar un poco la cadera. Yo solo observo, pero ya quiero participar de otro modo. Sin embargo, así sigue la acción por quince minutos y varios orgasmos lentos para ella.
Ahora se han despegado un poco y yo tomo la iniciativa para acomodarlos a mi gusto: Ella de perrito a la orilla de la cama y él acostado frente a ella para disfrutar de su boca deliciosa alrededor de su pene. Yo, parado detrás de ella, la tomo con fuerza de las caderas y se la dejo ir hasta el fondo, mirando en las penumbras de la habitación nuestro espectáculo reflejado en el espejo. Música de banda suena en la TV. De pronto él ya se agarra de sus cabellos y se retuerce en la cama, y yo acelero mis arremetidas para que ella se emocione y no lo suelte, pero él la detiene y no la deja cumplir su cometido de ordeñar la leche de aquel macho con sus dulces labios.
Entonces, a gatas, se va subiendo hasta llegar a la altura de aquel falo y se lo clava con deleite. Su silueta meneándose sobre Ramón se ve exquisita y yo me acomodo detrás de ella y la abrazo y me agarro de sus chichis y pego mi verga contra su trasero, como tanteando si será posible meterla al mismo lugar donde la otra se divierte, o por el ano, que es un placer poco disfrutado.
No se ha podido nada de eso, ella está muy caliente cabalgando, así que me retiro golpeando sonoramente sus nalgas. EL sonido le ha gustado a Ramón, y también lo hace varias veces hasta que siente un chorro caliente como de pipí, escurrir por sobre su vientre y voltea a verme asombrado. Yo lo he visto todo y le explico: eso, mi querido amigo, es un delicioso “squirt a la Ariana”. Entonces la ayudo a desmontar y la acuesto, y empiezo a beber de aquellos jugos, compartiéndolos también con mi invitado.
Un rato más y ya tenemos un sabroso sándwich, en donde Ariana, se retuerce de un lado, del otro, se gira, se encoge, se extiende, besa a uno, chupa al otro, y en ocasiones también la penetramos cada uno por ratitos, por cierto, así nomás, sin condón.
Entonces Ramón se decide y la pone boca arriba, le abre las piernas y la monta, la estaquea de lleno y le pregunta: “Dónde los quieres mami?... Ella le dice: “Allí, dámelos, dame tu leche, vamos papi, dámela”.
Yo me hago a un lado, quito las almohadas para que estén más cómodos y me paro a observar. Ramón se está viniendo, empuja con fuerza su cadera para meterlo hondo y bombear hasta el fondo toda su descarga. Ariana nuevamente se está como orinando en la verga de su amante.
Solo un minuto se queda encima de ella, solamente para asegurarse de haber depositado hasta la última gota, luego se retira y se va rápidamente a bañar. Creo que lo esperan en casa.
Yo me arrimo y observo esa puchita sabrosa, llena abundantemente de esperma y de sus propios jugos. Es lo más hermoso que he visto en mi vida y le tomo una foto... la comparto con ustedes... ¿no creen que es lo más bello que han visto?
Me pongo a chupar el botón y ella se sigue estremeciendo. Meto mi lengua hasta el fondo y ella se sigue estremeciendo. Ramón se acerca para despedirse: beso, chupetones, agarrones y un “regresen pronto” y sale corriendo y yo sigo por más de una hora chupando esa vagina, hasta que deja de sentir orgasmos. Entonces la monto y en un par de minutos ya estoy eyaculando adentro de mi mujer. Nos dormimos solo media hora y entonces siento como me la está limpiando con su lengua, me la chupa y me la vuelve a poner tiesa y entonces se monta en ella... más sexo y más orgasmos toda la noche. Definitivamente... ¡Viva Aguascalientes!

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La segunda con José
Publicado en:19 Deciembre 2019 1:58 pm
Última actualización en:7 Enero 2020 5:02 pm
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¡Y me llevó de nuevo con José!

La verdad es que no opuse demasiada resistencia. Ramón vino a Guadalajara solamente por unas horas, mi esposo elaboró un truco para que nos fuéramos en el asiento de atrás y él de chofer, pero no pasamos de besos abrazos, manoseos, lo que me dejó muy prendida y con ganas de trío. Con José todo había salido muy bien y tenía días insistiendo en que volviéramos a salir... después de esos escarceos, al día siguiente, acepté otro trío con José.

Pasamos por él igual que la primera vez, pero ahora nos fuimos directos al motel Gaudi. Tuvimos que esperar media hora para poder tener habitación, ahora si con jacuzzi funcionando. Platica de esto y de lo otro y sin pudor, protegidos por los cristales polarizados del auto, veíamos salir parejitas de las habitaciones y tardado se me hacía para que arreglaran la nuestra y poder entrar a sentirlo nuevamente dentro de mí.

Ya en la habitación, el prende un cigarro y Alfredo sirve las bebidas y pone a punto el jacuzzi. Nos sentamos en un silloncito a brindar y José pronto empieza por acariciarme las piernas y lo que tiene al alcance de sus manos. En un descuido entra al baño y con ayuda de Alfredo, nos desnudamos y nos metemos rápido a la tina, que ya burbujea sabrosamente. Alfredo se sienta y yo me acomodo delante de él, recargada en su pecho.

Nuestro amigo no se achicopala. Sale del baño y se desnuda en un santiamén. Arrima los quesos y las bebidas y se mete con nosotros y se para enfrente de mi con su miembro enhiesto y mi deseo me hace empezar a chuparlo sin el menor recato. Alfredo mira cómo lo engullo, a veces se va desviado y Alfredo besa el cachete abultado. De repente lo saco de mi boca y me beso con mi marido, y de pronto nos sorprende un largo pene por en medio de nuestros labios y seguimos trenzando nuestras lenguas alrededor de él.

Estoy que echo chispas, la humedad entre mis piernas se nota aún con toda el agua en la que estamos, porque es blancuzca y pegajosa, lo saben mis hombres al sacar sus dedos de mi interior con ese jugo que huelen y chupan con ardor. De pronto, José se arrodilla frente a mí, abre mis piernas lo más que se puede y me la mete hondo con mucha facilidad. Yo abro los ojos asombrada, mi placer es grande y mi temor también, pues los condones se habían quedado en la mesita, y ahora tenía toda la verga de José, completa, tallando con buen ritmo en mi interior. Alfredo lo sabe, vio mis ojos sorprendidos, pero no le molesta, por el contrario, siento su pene erecto en mi espalda como ha dado de brincos. Aprieta mis senos con sus manos, dejando los pezones libres para que José pueda chuparlos a su gusto. Me empieza a llegar el orgasmo y siento mi cuerpo vibrar notoriamente, pero el cuerpo de Alfredo detrás de mí, también se estremece a la par de mi orgasmo. Es como si José nos hubiera provocado un orgasmo a los dos.

Nos quedamos un rato más en la bañera. Las caricias no se detienen y así salimos y nos vamos a la cama a seguir con nuestra labor. En un descuido mío, José y Alfredo han cruzado sus piernas en forma de “tijerita” y sus penes han quedado muy juntitos. Alfredo los toma con su mano y me los ofrece: El suyo es gordo y el de José delgado, pero unos 3 centímetros mayor... yo pienso que no podré, pero un minuto ya tengo las dos vergas en mi boca y me complace ver a mis dos hombres de esa noche, retorcerse de placer.

Sus manos se estiran y me acarician. José es muy persistente en querer acariciar mi ano, lo cual me incomoda un poco, así que me retiro y me monto en su falo, pues realmente estoy ansiosa de sentir hasta donde me puede llegar. Alfredo se para enfrente de mi para que se lo siga chupando. En un momento dado, José me jala hacia él para besarme y ahora es Alfredo el que mete su pene en medio de nuestras bocas para sentir la caricia de nuestras lenguas... se ve que los dos lo están disfrutando al tope.

Hay una bardita muy adecuada como cabecera de la cama, ahora me monto en Alfredo y José se sienta en la bardita para que se la chupe muy cómodamente, pero está a punto de terminar y se retira, y para mi sorpresa, se va detrás de mí y me clava su estaca en la vagina, junto con la de mi amado Alfredo... es un placer indescriptible, la verdad que grité, gemí, patalee, me vine y me estremecí como pocas veces en mi vida... Creo que es algo que toda mujer debe probar al menos por una vez en su vida.

Alfredo estaba encantado, disfrutaba como los dos penes se tallaban en mi interior y yo chorreando abundantemente. Supongo que hubieran querido terminar, pero no pudimos seguir mucho tiempo en esa posición. Descansamos un poco, volteamos a ver los condones esperando en la mesita, pero se quedaron esperando, porque en seguida José se subió encima de mí. Mi plan era no besarlo, pero cuando menos acordé y ya sintiendo sus embestidas hasta el fondo de mi ser, lo besé y lo abrace y lo rodee con mis piernas hasta exprimirle la última gota de semen hasta el interior de mi ser, así, al pelo, sin ninguna protección. Alfredo había estado acariciándome, pero en un momento que me olvidé de su presencia, se alejó un poco para deleitarse con lo que veía, el loco frenesí de su mujer siendo penetrada por otro hombre, que le vació su leche por completo. Cuando José se percató del hecho, volteo a ver a mi marido con cara de disculpa, pero Alfredo le dijo que no había problema y lo hizo a un lado, para darle un par de lengüetazos a mis labios vaginales y meter sin pudor su lengua y beber un poco de los jugos de aquel macho que me había hecho suya. Una vez comprobado que estaba por completo inundada de semen, se me montó encima y me penetró despacio, como sintiendo el calor de esos jugos bañar su miembro, y sumamente erecto y caliente, arremetió fuertemente contra mí, levantando mis piernas alto, por encima de sus hombros

En eso, nuestro amigo, se acomodó detrás de Alfredo, quiso besar nuestras partes, pero no lo logró, así que en el momento menos pensado metió uno de sus dedos en mi ano, luego dos, luego tres... mi placer era tan indescriptible que lo dejé hacer... estaba teniendo un orgasmo tras otro y no paré, hasta recibir la descarga completa de mi marido.

Se bajó de mi deslizándose sobre una pierna. José trepó por la otra y en un momento dado ya tenía a los dos limpiando el semen que escurría de mi flor más oculta, seguramente muy diluido con mis propios jugos. Habrán pasado como 20 minutos turnándose para chuparme sin parar. Todo era tan sucio, pero no me importaba... en verdad lo estaba disfrutando.

Alfredo se levantó al baño y yo me abracé de José en un sabroso 69. Cuando regresó, de alguna manera se acomodó para penetrarme apenas dejando el espacio para la boca de José. De repente sacaba su pene y José se lo chupaba, y luego José regresaba a mi clítoris y Alfredo al interior de mi vagina. En un momento dado, Alfredo se retiró y José se dedicó con bríos a darme una serie de brochazos con su lengua, me sentía venir nuevamente y de igual forma, le brindé la mejor de mis mamadas. Alfredo estaba en primera fila cuando terminamos, y se notaba deleitado viendo cómo me bebía sin recato las mieles que José derramaba abundantemente en mi boca, mientras que a su vez, José bebía de las mías. Una vez que se retiró José, Alfredo me dio un apasionado beso que sorpresivamente fue complementado con los labios de José... un beso triple donde compartimos de dichas mieles los tres.
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Un guión para Ramón
Publicado en:15 Deciembre 2019 10:59 am
Última actualización en:2 Enero 2020 7:35 am
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Pues ella quería con Ramón... y yo escribí una historia para que se la mandara y que se diera cuenta que yo estaba de acuerdo en compartirla con él...

ARIANA disfruta de la flor de su madurez. A su edad, está muy lejos de ser una barbie, sin embargo, sabe que en su estilo y dentro de los medios en los que se desenvuelve, tiene un atractivo muy singular. Su rostro no es rollizo¸ más bien delgado y atractivo y representa mucho menos edad. De sus pechos ni se diga, tienen una firmeza y forma muy envidiables, y lucen increíbles cuando sus pezones se yerguen desafiantes, dulces y terriblemente sexis, como si fueran malvaviscos de chocolate.
Sus medidas son amplias, pero desde cualquier ángulo conservan las curvas femeninas que invitan a la caricia. Su piel es blanca y suave al tacto. Sus pies son pequeños y delicados, delirio de cualquier fetichista.
Muy intensa y complaciente en sus relaciones, recientemente disfruto plenamente de su sexualidad en compañía de Ramón, quien ocasionalmente dejaba en ella las marcas del ardor de sus encuentros. Cuando Él tuvo que mudarse por motivos de trabajo, la relación quedo suspendida en suspiros de sabanas.
Ahora Ariana tiene una nueva relación con Alfredo, que disfruta al tope de cada uno de sus atributos, olores, sabores y formas, y sabe hurgar hasta en el último rincón de sus entrañas buscando provocarle cada vez, más y mejor placer.
Una de esas tardes menos pensada, Ramón le llamó para avisarle que ese mismo viernes estaría por unas horas de visita en su ciudad y quería verla. Hubo un poco de nervios, pues esa misma noche había quedado en salir con Alfredo. Ariana sabía que no tendría problemas con él si se tomaba el permiso para ver a Ramón, pues algunas veces habían fantaseado con meterlo en su cama para darle ese doble placer que las mujeres suelen desear con mucho temor de que se vuelva realidad.
Incluso Ariana había platicado a Alfredo, que el mismo Ramón le habría propuesto en un par de ocasiones, el darle placer en compañía de otro hombre. - ¿Será epidemia? – Se había preguntado Ariana, después de sopesar las fantasías de trío de ambos caballeros y calcular que podrían ser sinceras. Sin darle mucha importancia, también lo comentó con Ramón cuando le dijo que estaba saliendo con alguien con ideas muy similares a las suyas.
Ramón llegaría a las 5 de la tarde. Ariana realizaba maromas matemáticas para comprobar de cuánto tiempo podría disponer para estar con Ramón… ¿irían solamente a comer? ¿Se interesaría Ramón en volver a tener relaciones con ella? ¿Le daría tiempo para disfrutar de Ramón, aunque llegara un poco más tarde con Alfredo? ¿Sería capaz de tener a un hombre entre sus piernas, a sabiendas de que, minutos después, habría otro que se zambulliría a chupar y lamer en lo más recóndito de su vagina?
Esas eran muchas preguntas y a Ariana no le gustaba complicarse demasiado. Ella se había arreglado exquisitamente para salir con Alfredo, sin embargo, ahora con decisión, tomo las llaves de su auto y se dirigió directa a recoger a Ramón. Ahora su única pregunta era, a qué hora se atrevería a avisarle a Alfredo que llegaría un poco más tarde de lo pactado.
Ramón la vislumbró desde que el autobús se aproximó a los andenes y sus ojos se encendieron. Bajó rápidamente para abrazarla y besarla y su cuerpo completo también se encendió de la misma forma que lo hizo el de Ariana, quien se apretaba fuertemente contra Ramón, esperando así también, no ser notada por nadie.
Lo llevó primero a comer. En el auto, los besos y las caricias fueron más pasionales y efusivos ¿cómo podría ocultar ahora la humedad que bañaba sus pantaletas? Pero por supuesto que eso pasaba a ser un punto secundario, ahora lo que más le interesaba era apretar con fuerza ese miembro que se endurecía bajo el pantalón.
Dos tequilas y un buen sirloin, como si no le bastará la ración de carne que le esperaba para esa misma noche. Ramón besaba sus orejas, su mejilla, su cuello y su boca mientras acariciaba lo que tenía a su alcance. Ariana llevaba una blusa semitransparente que no podía menos que prender con más intensidad a su galán en turno.
El momento se vio interrumpido severamente cuando Ariana escuchó una sorpresiva voz que saludaba con amabilidad: “¡Ariana! ¡Ramón! ¡Qué sorpresa tan agradable!”…
Ahí estaba plantado frente a ellos, Alfredo, quien con un cálido beso saludó a Ariana y después brindó un sincero apretón de manos a Ramón… se sentó a la mesa para conversar cordialmente, y Ariana se preguntaba para sus adentros: “Un amante a mi derecha, un amante a mi izquierda… y yo ardiendo sin saber qué hacer…”
Después de “hechas las presentaciones”, Alfredo no ocultó conocer la relación que Ariana y Ramón tuvieron, y Ramón se manifestó contento de que saliera con una persona tan agradable y que seguramente, la trataba bien. Sirvieron dos rondas más de tequila –tres para Ariana- antes de que la conversación cambiara el rumbo, pasando de tocar temas de la belleza de la ciudad y sus alrededores, a la belleza y fogosidad de Ariana.
“Así es, amigo,” -dijo Alfredo- “Pocas mujeres tienen bubis tan bien hechecitas como las de Ariana, pero a mí lo que verdaderamente me fascina, son sus pezones cuando se ponen cilíndricos, duros y sabrosos justo en el momento en el que uno los saborea…”
Ramón le dio la razón y comentó: “Si me permites decirlo, tienes toda la razón… nada mejor que llevarlos a tu boca y comprobar que son un manjar… pero también es estupendo escucharla gemir cuando los tratas con delicadeza, sin menoscabo de la pasión…”
En ese momento, cada uno de ellos tocó ligeramente el pezón que tenía al alcance por encima de la blusa, y Ariana no pudo menos que gemir y chorrearse en ese público lugar, reclamando a ambos: “No sean malos… ustedes platicando y tocando muy a gusto, y yo desfalleciendo de ganas de que uno de los dos me tome y me lleve a la cama…”
Por mejor respuesta, Alfredo le aseguró: “Por eso no tengas pendiente, irás a la cama con ambos, y te daremos lo que necesitas, y más, si está a nuestro alcance…”
Bajo esas circunstancias, Ariana no puso ningún remilgo… se adelantó con Ramón al auto, subiendo ambos a los asientos traseros, mientras Alfredo pagaba la cuenta. Para cuando llegó como chofer “resignado”, ya Ramón había lamido, chupado y mordido a tan famosos y bien referidos pezones.
Afortunadamente el trayecto al motel seleccionado fue muy corto, porque para cuando cerraron la puerta automática de la cochera, Ariana y Ramón prácticamente ya solo conservaban puesto el calzado. Alfredo había intentado ver la acción por el retrovisor, pero apenas ahora contemplaba con suma excitación, como aparecía y desaparecía rítmicamente el pene de Ramón en la boca de Ariana, mientras el acariciaba sus pezones y enredaba una mano en sus cabellos, al compás del sube y baja, dando un espectáculo muy placentero.
Aun así, Alfredo opto por ir a abrir la puerta del lado de ella, para empezar a besar su espalda, sus piernas y su trasero, hincando ávidamente la lengua, que recorría el camino del clítoris al ano sin compasión, e introduciendo sus dedos en cualquier cavidad disponible, hasta que finalmente los espasmos del primer orgasmo de Ariana y los chorros de semen de Ramón, se hicieron presentes. Alfredo llevo con ternura a Ariana a la cama, prodigándola de besos, mientras Ramón rejuntaba las prendas desperdigadas por todo el vehículo.
La habitación los recibió perfectamente preparada para sobrellevar la noche, con una botella de tequila de buena calidad, suficientes hielos y refrescos, así como botana de quesos y carnes frías, tanto en la salita, como en los taburetes al costado de una amplia cama king-size. Si Ariana no hubiera estado flotando en su segundo orgasmo, provocado por las intensas arremetidas de Alfredo, en ese instante se habría percatado de que todo había sido un arreglo entre sus dos machos, que ahora se disponían a no darle tregua en toda la noche.
La siguiente sesión tuvo inicio en el sillón: Cada uno de ellos se había apropiado de una de las sabrosas chichis de Ariana, mientras con sus manos acariciaban lo que tenían a su alcance, debiendo cederse en varias ocasiones el turno para acariciar su clítoris o introducir los dedos en la vagina. Besaban su espalda y mordían su cuello tanto como sus labios. Poco después, ella los hizo ponerse de pie a su frente, para besar, chupar, mamar y morder sus penes alternadamente, masturbando con una mano al que por su turno debiera de esperar.
Ahora Ramón pedía su turno para penetrar a Ariana, pues aún no lo había hecho, así que, sentado, la trepó de frente a él y poco a poco la fue bajando, para que Alfredo, sentado en la mesita delante a ellos, pudiera ver en primera fila tal espectáculo.
Ramón no perdía oportunidad para llevarse a la boca las bien formadas bubis, cosa que Ariana agradecía con gritos y gemidos. Acariciaba su espalda de arriba abajo con ambas manos y apretaba sus glúteos, tronando en alguna ocasión una sabrosa nalgada sobre ellos. De pronto, Alfredo se arrimaba para besarla, morder sus orejitas y acariciarla por completo. Incluso en un instante que permanecieron quietos, con la dura vara de Ramón palpitando en la vagina de Ariana, Alfredo insistió en acariciar con su lengua la entrada de su ano.
Un momento después, Ariana decidió voltearse y ahora montaba a de espaldas a Ramón. Alfredo aprovecho rápidamente para besarla, mamar sus pechos y acariciar y masturbar su clítoris, llegando incluso a morderlo con delicadeza. Después del sonoro orgasmo que ella tuvo, Alfredo propuso la loquera de la noche, pues en esa misma posición y levantando un poco las piernas de Ariana, introdujo también su pene en la vagina, teniendo ella de esta forma su primer doble penetración. El movimiento coordinado de ambos se prolongó quizás por 3 o 4 minutos en los que Ariana no dejó de chorrearse y venirse de manera continua y terminaron justo cuando Ramón eyaculó impetuosamente en su interior. Alfredo nuevamente espero para venirse un poco más tarde.
Fue entonces el momento del reposo. Tomaron un poco más de tequila y devoraron las viandas, como si el terminar con ellos fuera el pretexto para poder continuar.
Ahora Ramón se llevó a Ariana a la cama… rodaron y se acomodaron en múltiples posiciones por espacio de media hora. La habitación completa se había concentrado en los sonidos y movimientos que los amantes hacían, siendo iluminados tenue, pero claramente por la única luz encendida Finalmente, Ariana yacía de espaldas en la cama, con sus piernas en los hombros de Ramón, recibiendo sus embates que variaban de rítmicos a impetuosos… en ese momento, Alfredo se arrimó a besarla… acarició y mordió sus pezones y observo con excitación los rostros de la pareja que estaba a punto del siguiente orgasmo. Se arrimó por el otro lado de la cama y beso los pies de su amada, que sobresalían por encima de la espalda de Ramón, mientras ella llevaba a su boca el pene de su observador, y lo chupaba al ritmo que las acometidas de Ramón le daban. En pocos minutos más, Alfredo regó por el rostro de Ariana su semen, y segundos más tarde, Ramón y Ariana explotaron sincrónicamente en el orgasmo, quedando los tres fundidos en el extenso lecho.
Alfredo estaba dormido cuando fue despertado por el movimiento de la cama y algunos quejidos. Encendió la lámpara para contemplar un nuevo show: Ahora Ariana montaba a Ramón, quien extendía sus manos para apretar sus lindas tetas… de pronto se erguía para besarlas así como ella se inclinaba para abrazarse completamente de él y dejarlo que llevara el ritmo con su pelvis debajo de ella. El sudor había hecho su aparición y los cuerpos de ambos resbalaban y brillaban, salpicando de repente el rostro de Alfredo, quien no perdía detalle de lo que contemplaba con los cinco sentidos, pues veía, escuchaba, olía el intenso olor del sexo, tocaba y a veces se arrimaba para saborear con su lengua el sudor que se revolvía sobre la piel de Ariana. Finalmente, Lo que Ramón ya no creía posible se logró y tuvo una cuarta eyaculación en la misma intensidad y cantidad que las anteriores, provocando con ello nuevos espasmos en la anatomía de su amada.
Ahora Ariana se recostó a un lado de Ramón, doblada sobre su estómago para besar con agradecimiento a tan heroico combatiente. Alfredo no perdió oportunidad para volver a penetrarla, logrando que ahora aullara de placer… en poco tiempo, Ramón se percató de que la penetración era anal. Ahora Alfredo estaba eyaculando con fuerza en el apretado culo, casi virgen, de Ariana.
Pero todo lo bueno termina y Ramón tenía que partir. Ariana lo llevó al jacuzzi para darle una buena y cariñosa lavada, restregándolo completamente y llenándolo de mimos, que él correspondió amorosamente. Alfredo solo tomó una ducha y se ofreció a servir de chofer nuevamente, para que la pareja en los asientos de atrás pudiera acurrucarse apasionadamente, a fin de cuentas, después de llevar a Ramón, El y Ariana regresarían a seguir disfrutando intensamente en esa cama, pegajosa y llena de olores de los tres amantes.
Antes de que saliera el autobús, Ariana aseguró a Ramón y a Alfredo que si seguían portándose tan tiernos e intensos, el trío se podría volver a repetir, y que tal vez para la siguiente, podrían brindarle una doble penetración que fuera anal y vaginal simultáneamente, con turno para cada uno de ellos en ambos orificios.
Por supuesto, después de eso, me excito a mil cada que veo un autobús procedente de Aguascalientes.
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¿Porqué con Ramón?
Publicado en:11 Deciembre 2019 6:16 pm
Última actualización en:2 Abril 2020 11:25 am
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(Es una historia de hace tiempo... me gustó tanto el cuento con José, que le pedí me escribiera el porqué aún quería el trío con Ramón, y que me contara algo más. Esto fue lo que ella me escribió)

Mi marido lo sabe muy bien, pero me ha pedido que escriba porqué quiero un trío con Ramón y mi historia con él.
Desde que éramos novios (más bien, amantes) Alfredo me empezó a proponer hacer un trío. Yo respondía que no me amaba como decía, de otro modo, no me ofrecería a otro hombre.
Pero la verdad, cualquier persona puede tener deseos prohibidos muy escondidos... a mí me nació uno con Ramón. Yo trabajaba en una empresa de tractocamiones camino al Salto y él era uno de los mecánicos de la empresa, muy diferente a los demás: no fumaba, no tomaba y a pesar de su 1.90 mts. de estatura y 105 kilos de peso (más músculo que grasa) es definitivamente mi tipo de hombre. Siempre saludaba de forma agradable y me decía piropos que no les decía a las demás compañeras. Nunca vi más que amabilidad, porque yo tenía 45 años y el 30, pero eso de “que bien le sientan los lunes, se ve guapísima” y cosas similares, empezaron a hacer que empezara a verlo con diferentes ojos.
Para el día de mi cumpleaños organicé una reunión en casa. En un momento que estaban mis compañeros de trabajo sentados “en formación”, mi entonces novio, Alfredo, me preguntó que con cuál de ellos le pondría los cuernos y pues al calor de las copas le confesé que con Ramón. Desde ese día no pude dejar de pensar en ello.
Para el día de su cumpleaños, se le organizó un evento en un barecillo, tugurio más bien, sobre la carretera, al que pensé que no podía faltar, pero justo ese día, la empresa nos falló con el pago de la quincena y solo estuvimos Ramón, Efraín, jefe del almacén y yo. Íbamos a tomar solamente una cerveza, pero con la buena plática y risas, ya llevábamos tres y yo estaba realmente muy alegre. En otras mesas había mujeres que se acariciaban con hombres y yo no pude dejar de notarlo y la situación me calentó. En un momento dado que Efraín se levantó al baño, me prendí en un beso ardiente con Ramón y permití que me acariciara un pecho por debajo de mi transparente blusa. La cosa hubiera pasado a mayores de no haber regresado Efraín, quien reprendió a Ramón por “abusar de mi estado inconveniente” y me llevó a casa, seguido en su carro por Ramón, quien lo recogió y siguieron su camino. Por supuesto, lo primero que hice fue llamar a Alfredo y comentarle mi desliz... a los 10 minutos ya estaba en mi casa prodigándome de caricias y besos apasionados, apagando el fuego que otro había encendido.
Un par de semanas después, tuve que ir a estudios clínicos al IMSS, pero ya me dio flojera ir tan tarde y tan lejos al trabajo, así que me reporté enferma. Al medio día, tuve la sorpresa de encontrar a Ramón tocando a la puerta de mi casa, para preguntar cómo estaba y si podía hacer algo por mí. Se había escapado del trabajo con el pretexto de comprar algunas refacciones, así que lo invité a pasar un momento y le expliqué la situación, entonces se tranquilizó y me abrazó, diciendo que lo ponía contento que no estuviera enferma en verdad.
Claro que el contacto con él si hizo que me subiera la temperatura y casi me desvanecí en sus brazos, perdí todo el control sobre mí y a las primeras caricias empecé a gemir. Siguieron los besos y la ropa salió botada por todos lados. Busqué rápidamente y encontré un par de condones -suficientes- pensé, para mí misma.
Inicié con mi repertorio más sofisticado de caricias: metí su miembro en mi boca hasta hacerlo desfallecer, cuando ya no pudo más, le puse el condón con la boca. De pronto, me levantó como una pluma y me dejó caer sobre su miembro completamente erecto que no encontró ningún problema para penetrar por entero en mi húmeda cavidad. Yo casi no me moví, pues el con sus manazas, me hacía subir y bajar sobre su palo a un ritmo verdaderamente frenético, hasta que mi orgasmo escurrió por completo encima de él y entonces sentí las pulsaciones de su eyaculación adentro de mí.
Quedó recostado sobre el sillón, yo me arrodillé en el piso a su lado, le quité el preservativo y me dediqué a limpiar los jugos de su falo con afán. En pocos minutos ya estaba de nuevo erguido y listo para la acción. Ahora si me desnudó por completo, beso y lamió todo mi cuerpo y me montó y penetró con todo su peso y con todo su deseo, Sentí sus fuertes arremetidas ansiosas, vehementes, llenas de todo ese ímpetu contenido por meses y que por fin estaba cumpliendo sus sueños, me sentí dichosa por ello y lo abracé y besé con loco frenesí, respondiendo a su pasión.
Tuvo un potente orgasmo, sentí lo caliente de su semen en mi interior, pues seguramente el condón se había salido o se había roto. Ahora yo me quedé tendida, rendida en el sillón. Él se vistió rápidamente, pues tenía que regresar al trabajo. Me besó y me dio una repasada por todo el cuerpo con sus toscas manos antes de salir. Yo me quedé dormida en el sillón, y no desperté hasta una hora después que llegó Alfredo, que a sabiendas de que yo estaría en casa, había pedido permiso de salir temprano de su oficina... Y pues... así me encontró... él ya sabía que era cuestión de pocos días para que estuviera con Ramón, así que no le sorprendió tanto, pero se prendió como un loco, besándome, lamiéndome, chupándome por todo el cuerpo... Encontró mi vagina derramando la leche vertida por Ramón, y ¡qué vergüenza! También sacó de mi interior el preservativo roto. Sin embargo, solo lo desechó y siguió lamiendo mi vulva y metiendo muy hondo su lengua, y encontrando moretones en mis brazos, piernas y abdomen que seguramente mi otro amante en su desesperación y con la fuerza con la que me agitaba, dejó por todo mi cuerpo, que Alfredo no dudo en atender, besar y consolar por varios días. Empezaba a creer que su excitación era una enfermedad, pero no me desagradaba para nada.
Pero la vida da muchas vueltas, y por otros motivos, terminamos nuestro noviazgo durante poco más de un año, tiempo durante el cual yo me seguía viendo con Ramón al menos una vez al mes y sin formalizar ninguna relación, pues no me convencía para nada la diferencia de edades.
Uno de esos días, se dan las casualidades: Encontró un mejor trabajo en Aguascalientes (allá vive su exesposa) y pues nos tuvimos que despedir, quedando que cuando el regresara a Guadalajara o si yo iba para allá, nos teníamos que ver... y me dijo que lo único que le había hecho falta hacer conmigo (aparte del sexo anal, que, a la fecha, Alfredo es el único que ha tomado posesión de ese lugar) era haber tenido un trío conmigo, ya fuese con otra mujer u otro hombre. Yo le respondí que en una de esas le complacería en un trío, con él y otro hombre... pero que estaba por verse.
Justo al día siguiente, me topé de casualidad con Alfredo. Nuestras pupilas se dilataron, me recorrió completa con la mirada, nos acercamos y al tocarnos nos encendimos como luces de bengala en Navidad. Corrimos al motel y nos entregamos de una manera extraordinaria, puedo decir que fue el mejor sexo de mi vida y el día que tuve el mayor squirt, y el mayor número de orgasmos. El, ni se diga... suele tardar mucho en eyacular, pero esa vez, me dejó cuatro descargas abundantes en menos de dos horas. Fue un regreso oportuno y afortunado.
Parecía que ya habíamos desquitado nuestras ansias y entonces le conté: “Creo que se te podría hacer el trío: Ramón dice que está puesto para ello”.
Entonces volvimos a empezar y esa noche entera no dejamos de dar vueltas en la cama.
Lo de Ramón ha tardado, parece que se esconde, y nosotros tuvimos otras prioridades, pues finalmente nos casamos. Ahora si estamos decididos al trío y definitivamente, quiero que lo hagamos con Ramón.
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El primer trío con Ariana: Mi versión de la historia...
Publicado en:7 Deciembre 2019 10:48 am
Última actualización en:17 Marzo 2024 1:26 pm
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Eran las 8 de la noche. Después de tantos relatos, imaginaciones y fantasías, finalmente estábamos a punto de conocer a José y procurar nuestro tan comentado primer trío.
Al inicio de este nuevo intento, el candidato principal era Ramón, su compañero de trabajo quien se le insinuaba con alegorías al HMH, pero a la hora buena no se decidió, lo que provocó la ira de Ariana, permitiendo que yo fuera quien seleccionara al candidato.
Para mi buena fortuna, localicé a José en la página de AmigosArdientes.com, delgado, con buena herramienta, de nuestra edad y de apariencia formal. Ariana no quería involucrarse mucho, por lo que fui yo a conocerlo dos días antes. Me pareció un caballero, fino y atento, digno de ser elegido para compartir con él a mí esposa.
A los tres nos ponía nerviosos lo que sucedería, pero parecía ser yo el más divertido con la situación. Ariana y José aceptaron que ese día solamente iríamos a tomar un café… y solo continuaríamos en caso de que hubiera la suficiente química en el encuentro. Descubrí que a ambos les preocupaba su apariencia y la opinión del otro… quizás por eso yo lucía el más tranquilo al respecto.
Así que finalmente, después de estética, peinado y demás arreglos, a las 8 en punto nos dirigíamos a la esperada cita. José, nervioso, llamó un minuto después para confirmar que llegaríamos y yo le confirme que estábamos por arribar. Dos minutos mas tarde ya estaba trepado en nuestro automóvil, realizando con el saludo su primer contacto formal con Ariana, que reía nerviosa y platicaba divertida, pero yo comprendía que eso era un reflejo de sus nervios.
Fuimos a un bar conocido por su ambiente romántico y poca luz, pero ¡oh desilusión! Había sido convertido en un centro botanero. Sin embargo, eso me dio la opción de proponer que nos fuéramos a algún lugar de mayor intimidad a continuar la amena plática que estaba desarrollándose. Armándose de valor, Ariana acepto y José nos secundó emocionado de lo que pudiera pasar. Camino al motel, pude comprobar la humedad de Ariana, ya que usaba unas pantimedias abiertas y sin pantaletas, muy adecuado para recibir mis caricias, mientras ellos seguían charlando, supongo que José intuía en dónde estaba yo metiendo la mano.
Una vez instalados y servidas las copas, Ariana me pidió llenar el jacuzzi, pero para nuestra mala (o buena) fortuna, no funcionó… tuvimos que dejar pasar a la mucama para revisar la falla, lo que incremento nuestro nerviosismo, pero no disminuyó nuestras ganas… tímidamente fueron apareciendo los toques, las caricias, las miradas… Ariana se quitó las zapatillas y las pantimedias, dejando aparecer su blanca piel y la pequeñez de sus lindos pies, y se trepó a la cama. en seguida, la mucama salió y el jacuzzi siguió sin funcionar, por lo que nos sentamos junto a ella y le pedí que mostrara a José su pequeño tatuaje en la espalda, previa narración de la historia del mismo, le ayude a sacar su vestido y solo quedo cubierta por un ligero fondo negro de encaje. José alabó el buen gusto y acarició con sus dedos el contorno. Suponiendo una posible reticencia a la caricia, planté en la boca de Ariana mi mas ardiente beso, durante el cual sentí como las caricias de José se convirtieron en besos en la espalda de Ariana, y su mano, acariciando por encima de su hombro, se estiró hasta tomar y apretar su pecho por debajo de su fondo, instante en el cual mi beso mitigo el sonido de un fuerte gemido. Una vez que José comprobó la firmeza de los senos de Ariana y lo erguido de sus pezones con apretones y pellizcos, tuve que irme tragando cada gemido de ella… disfrutando de los celos que eso me provocaba y sintiendo que mi glande estaba a punto de estallar.
En un momento que dejé de besarla, aprovechamos para sacar su prenda y dejarla en medio de nosotros dos, que continuábamos vestidos. Justo en ese momento, llamaron a la puerta de la administración del hotel… no obstante su cochinada de jacuzzi, querían cobrar por la persona extra en la habitación. No pude hacer mucho caso, me desvestía sin dejar de mirar como José tocaba todos los rincones de Ariana, como chupaba y amasaba sus pechos, como ella lo abrazaba y apretaba con fuerza contra ella… mande al carajo a la inoportuna mucama pidiéndole que regresara dos horas mas tarde y me abalancé a la cama, reemplazando a José en sus labores mientras él se desvestía… pude comprobar con mi propia lengua la humedad de todos los rincones que él había lamido, pero sobretodo, la humedad que escurría de entre las piernas de ella.
Cuando José finalmente se arrimo a nosotros, desnudo, Ariana estiró su mano para tomarlo de su pene, comprobando su tamaño y grosor, sin duda mayor que el mío. Aspiro a corta distancia de el (había jurado no chuparlo si no estaba suficientemente limpio y de buen olor) y volteando hacia mi, que mordía sus tetillas delicadamente, lo metió en su boca.
¡Guaaaaaauuuuu! Fue una imagen increíble e irrepetible, y de lo más sensual que he visto en mi vida. Después de observarla a corta distancia engullir completamente ese miembro, bajé a disfrutar de sus mieles, saboreando y metiendo mi lengua hasta lo mas hondo de su vagina, acariciando con mis dedos su punto G para así provocar un mayor derramamiento… pensé que pronto pediría un cambio de posición, pero me equivoque… estaba engolosinada con el pene de José, lo devoraba con fuerza, mientras sus manos acariciaban y apretaban su trasero… mordía el tronco, se metía sus huevos en la boca, y cuando finalmente cambió de posición, fue para acostarlo y seguir mamando su pene… yo aproveché para penetrarla “de perrito” viendo como José desesperado por tan rica mamada, acariciaba frenéticamente su cabeza, dando al traste con su peinado y dando inicio a un fetiche que sin duda nos durará por una buena temporada. Finalmente Ariana se tendió de lado, sin sacar el dulce de su boca, y yo me di a la tarea de chupar y morder sus pechos mientras la masturbaba, disfrutando en primera fila de la forma de meterse tamaña verga, de la forma de lengüetear y absorberla hasta hacer ruidos de descorche, de cómo lo mordía y lo torturaba tallándolo fuertemente con su mano y acariciando también sus testículos… incluso veía como empezaba a escurrir su lubricante y aspiraba el olor, comprendiendo así, el porque le había gustado tanto.
Cuando lo tuvo a punto de llegar, lo separó un poco… yo aproveché para ofrecerle un condón, y mientras se lo ponía, besé y besé desesperadamente a mi sabrosa y cachonda mujer, probando con mi lengua directamente de sus labios, el buen sabor de su nuevo amante… mi pene estaba a punto de estallar…
Ahora él estaba listo y yo solo me hice a un lado. Le ayudé a abrir sus piernas, que descansó sobre los hombros de su nuevo amante. Entró en un par de ocasiones y después buscó hacer sus travesuras por la puerta posterior, lo que Ariana no permitió… el momento no pasó a mayores y él nuevamente atacó, ahora metiendo por completo su verga en la puchita sabrosa de mi mujer… los gemidos no se hicieron esperar… yo metí mi verga en su boca, besaba y chupaba los dedos de sus pies, lamia sus plantas y mordía sus sabrosos chamorros. Aveces bajaba a acariciar y morder sus pezones o besarla en la boca… me encantaba ver como José también iba de sus pechos a su cuello y sus mejillas, acariciando con desesperación su cabello… trataba también de besarla en la boca, a lo que ella todavía se resistía un poco. El plop-plop de sus cuerpos era cada vez mas intenso y sus gemidos denotaban un torbellino de extasis y de orgasmos… decidí entonces separarme un poco para contemplar desde varios ángulos esa imagen que aún revoluciona mi cabeza…
José aprovecho para tomar dominio completo del cuerpo de mi esposa, penetró en ella con toda su fuerza y con todo su peso, lo más profundo que su ya de por si enorme vara, le permitió. Lamió sus pechos, su cuello, sus orejas, su boca… la acarició en cada rincón alcanzable y aceleró con vehemencia el ritmo de la cogida… Ariana lo rodeaba también con sus brazos, acariciaba su espalda de arriba abajo y lo sujetaba apretando sus glúteos y clavando las uñas para jalarlo, apretarlo… sentirlo mas adentro aún…
Los gemidos, resuellos y pujidos se incrementaron drásticamente por parte de ambos… estaba muy cerca cuando vi a José besar con pasión a mi bella dama, clavando su lengua con frenesí, y ella respondió finalmente a la pasión de ese beso, trenzando sus lenguas en un ardoroso y húmedo encuentro… José no resistió la fuerza erótica del beso, y se convulsionó en un orgasmo que hizo eco en las entrañas de mi querida Ariana, haciéndola estallar también en su propio orgasmo.
No hubo un instante para permitirle recuperar el aliento, y en cuanto José se despegó de ella, me abalance a lamer su cuerpo, a saborear la humedad de su vagina, a recuperar la posesión de esos lindos pezones, a llenar su cavidad con mi pene… lo único que no pude recuperar para mi beneficio, fue su boca, porque en cuanto José se retiró el preservativo, lleno hasta la mitad de blanca leche, Ariana atrapo su pene con la boca, para limpiar hasta la última gota de humedad que allí existiera. Solamente cuando lo hinchado de mi verga le hizo presentir mi eyaculación, lo aparto para sentirme plenamente.
Yo repetí por instinto algunos de los movimientos que José hizo antes de eyacular, en especial, la forma de acariciar el cabello de Ariana. Eso si… en cuanto él retiró su pene, mi boca se adueño de sus labios hinchados y olorosos al pene ajeno que tanto le gustó. Lamí con fruición cada rincón de su boca, compartiendo el gozo de ese sabor… sabor a noche de gran pasión…
Para mi, fue una noche de éxtasis sin igual… me agrada saber que mi mujer también lo disfrutó, pues todo esto que estaba planeado sucediera solamente una vez en nuestras vidas, ya Ariana me autorizó para repetirlo “ solo dos veces mas” con la tácita idea de que en la próxima haya una doble penetración vaginal, o quizás dejarme entra un poco por su entrada posterior… ya se verá… por lo pronto, no dejo de disfrutar cada toque sexual que tenemos…
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